Por Mónica Delgado
A diferencia de otros films, los hermanos Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne plantean en Tori et Lokita una cuestión sobre el mundo de la producción y venta de marihuana en la Bélgica actual. Presentada en competencia oficial del Festival de Cannes 2022, los hermanos belgas plantean un relato moral sobre la decadencia y falta de humanismo, pero esta vez centrado en un negocio que es planteado como parte de un sistema feroz de esclavitud y venta de estupefacientes como modo de supervivencia y explotación.
Un laboratorio de cultivos de marihuana hidropónica que reciben caros nutrientes, calefacción y cuidados específicos se vuelve en el centro de una metáfora en contraposición a la desvalorización de la vida humana, y en tiempos en que en varios países se está negociando leyes que permitan la legalización de la marihuana (ya que su ilegalidad produce mercados negros y mafias), el film podría ser comprendido como un arma de doble filo. Según los Dardenne, el mundo de la venta de marihuana es tan violento y visceral como el del tráfico de heroína o la cocaína. Pese a este aspecto maniqueo, se trata de un film efectivo y apreciada sensibilidad, y que regresa a la configuración formal de un entorno social viciado y decadente de sus trabajos previos.
Aquí, los hermanos Dardenne centran su relato en la relación de dos hermanos migrantes de Benín, Lokita (Mbundu Joely) de 16 años y Tori (Pablo Schils) de 11, que viven en un albergue y que se dedican a ser repartidores de pizzas y drogas de un chef, que tiene como pantalla un restaurante. Todo el film se concentra en las dinámicas entre este chef y en cómo establece con estos hermanos las rutinas de reparto y con clientes de todo tipo, a cambio de unos pocos euros. La meta de Lokita es lograr juntar 200 euros y poder enviarle vía giro este dinero a su madre. Sin embargo, todo se complejiza, y Lokita cae en las garras de un sistema de explotación, debido a que no cuenta con papeles, lo que el chef utiliza como oportunidad para captarla y meterla en este laboratorio de marihuana a modo de empleada ‘cama adentro’, encerrada y viviendo en un submundo sin acceso a la calle y a la comunicación con el hermano.
El modo en que los Dardenne van construyendo esta cárcel para los dos hermanos, es lo que acerca este film a trabajos previos protagonizados por adolescentes, aunque sin llegar al valor de obras cumbres como Rosetta, por ejemplo. Logran transmitir el clima asfixiante, una suerte de angustia existencial, tanto dentro y fuera de los espacios. Seguimientos a los personajes en sus trayectos con cámara en mano, idas y venidas donde seguimos a Lokita de manera muy cercana, y un tratamiento que busca mostrar toda la crudeza de un sistema que encarnan los blancos explotadores y traficantes, aunque hay por allí alguna consejera que sale de vez en cuando para sopesar este mundo de injusticias. Si bien se percibe al film como demasiado moralizante hacia el final, los recursos formales que emplean estos veteranos cineastas permiten un acercamiento in crescendo a la sensibilidad de los personajes, en una relación filial muy sentida, y que se vuelve también un reencuentro con lo mejor de los Dardenne, luego del traspié llamado Le Jeune Ahmed.
Competencia oficial
Dirección: Jean-Pierre Dardenne, Luc Dardenne
Guion: Jean-Pierre Dardenne, Luc Dardenne
Fotografía: Benoît Dervaux
Reparto: Mbundu Joely, Alban Ukaj, Tijmen Govaerts, Charlotte De Bruyne, Nadège Ouedraogo, Marc Zinga, Pablo Schils, Claire Bodson, Batiste Sornin
Productora: Les Films du Fleuve, Archipel 35, Savage Film.
Productor: Jean-Pierre Dardenne, Luc Dardenne
Bélgica,Francia, 88 min, 2022