Por Mónica Delgado
El documentalista estadounidense Robert Green mantiene en Bisbee’17 -que compite en CPH:DOX en la sección oficial- la línea entre no ficción, docudrama y testimonios de sus anteriores trabajos. Pero esta vez propone una lectura generacional y política sobre un evento soterrado de la historia de EE.UU:, la deportación de más de mil sindicalistas en Bisbee, Arizona, en 1917, como producto de un sistema arbitrario de trabajo en una comunidad minera.
Es inevitable ver el film de Greene en medio del fantasma imponente de la era Trump, que de alguna manera evoca el contexto de la primera guerra mundial que fue telón de fondo de las reivindicaciones laborales que desestabilizaron Bisbee en la primera década del siglo pasado. Los sucesos de 1917, que son recreados por habitantes de la actual Bisbee, a modo de conmemoración por los cien años del infame hecho histórico de segregación, permite reconocer algunos elementos latentes, a pesar que la ciudad sureña luce como cobijo de un sector de espíritu progresista. Los habitantes de Bisbee asumen los roles de los protagonistas de la deportación de 1917, van narrando su comodidad o no ante esta recreación y van tomando conciencia de la atrocidad del pasado.
Greene elige a un habitante mexicano para liderar el rostro de esta comunidad de mineros en huelga que fue llevada en camiones de ganado y abandonada en medio del desierto, sin comida ni dinero, como lección y limpieza social ante una crisis que ponía en riesgo los réditos de la productividad minera. Así, Bisbee no solo luce como rezago de una “company town”, ciudades creadas en torno a una actividad económica, en este caso la minería, sino que también este episodio nefasto le sigue funcionando como un atractivo turístico. Y Fernando, el personaje de ascendencia mexicana, se vuelve un actor que va reproduciendo en otra capa narrativa y representacional una política migratoria que tiene respaldo social como en aquellos tiempos de barbarie.
La ambivalencia de cómo ver y analizar el pasado se vuelve un ejercicio que Green capta, y donde el docudrama, si bien no obtiene la visceralidad de un The Act of Killing, sí propicia la fragilidad de las fronteras entre aquello que los personas recrean y entre aquello que en verdad pueden estar entendiendo sobre este suceso sombrío de la historia. La actual Bisbee se divide entre los que actúan de “buenos” y “malos”, y muchas veces la representación parece irrumpir con la veracidad de lo real. Y allí reside el principal valor de este trabajo que encontró una vía compleja para relatar un episodio oscuro de EE.UU., con la participación de la comunidad misma, que se avergüenza de algunos cimientos que aún siguen sosteniendo las políticas de este inmenso país.
Director: Robert Greene
Productores: Douglas Tirola, Susan Bedusa, Bennett Elliott
Fotografía: Jarred Alterman
Editor: Robert Greene
Música: Keegan DeWitt
EE.UU., 2018