Por José Sarmiento Hinojosa
Experimentar el trabajo del japonés Takashi Makino, cineasta que viene trabajando con imágenes desde hace más de quince años, es asistir a la declaratoria de un testimonio o manifiesto visual, aparato de resistencia con el que viene desarrollando un estilo particular de artesanía visual, que colisiona directamente con la experiencia metafísica o espiritual del espectador. Para Makino, las imágenes no se agotan en sí mismas ni en su diálogo con el autor. El tratamiento del tiempo y su prerrogativa de que el trabajo visual debe experimentarse en su totalidad en un espacio concreto (llámese la sala de cine), se alimenta de la multiplicidad de alusiones de significado, interpretación y sensorialidad de su audiencia, ampliando la obra de arte bajo la concepción humana, el proceso intelectual y sensorial que ocurre una vez que la luz atraviesa la retina.
Makino se resiste al significado prefabricado adherido a la imagen, y trata la textura visual bajo una multiplicidad de capas etéreas, cuyo poder evocativo se conjuga con el landscape emocional del espectador. La vibración o pulsión de los trabajos de Makino, su trabajo en colaboración con distintos artistas sonoros y la composición cromática de su cine, lo convierten en uno de los exponentes de la imagen en movimiento con mayor interés de los últimos años.
On Generation and Corruption, título prestado de un tratado aristotélico, circula sobre el tratado base de la imagen en movimiento: luz y oscuridad. Bajo esta concepción, que impulsa la obra de Makino en sus primeros minutos, una pulsión primaria de imágenes aparece en pantalla paulatinamente, un germen o virus que se apodera de la pantalla bajo la textura frecuencial de la banda sonora de Jim O’Rourke, quien trabaja un ominoso drone con mínimas variaciones sobre su avance, complementando el carácter misterioso de la fantasmagoría. Capas superpuestas de imágenes de civilización y naturaleza: capturas de paisajes de Tokio y agua. No hay un patrón discernible entre estas imágenes, solo la conjugación de un movimiento que corresponde tanto a la vibración innata del planeta y de sus habitantes. Para Makino “entre estos dos ciclos de repetición, se encuentran los pilares de la vida y la civilización”.
En sus momentos cumbres, el cineasta japonés parece recrear un campo fantasmagórico en frecuencias sinestésicas donde el sonido de O’Rourke se corresponde con la variación cromática de la imagen. El espectro lumínico cobra vida y la película se manifiesta como una interpretación de un limbo cósmico, un espacio de tránsito fantasma en donde el éter es habitado por presencias sin formas que recorren el espacio, casi un recordatorio sobre la transitividad y fugacidad de la vida humana, y la permanencia eterna de la naturaleza. En resumen, una obra maestra.
On Generation and Corruption
Director: Takashi Makino
Música:Jim O’Rourke
(2017/DCP/26min/)
Japón