Por Nicolás Carrasco
No debería sorprenderle a nadie que el premio principal del 20° Festival de Cine de Lima haya ido para una película como Oscuro animal, que privilegia la “gravedad” temática y la sordidez, y que una película como Boi Neon, del brasileño Gabriel Mascaro, haya sido ignorada por el jurado. Ambas representan miradas sobre Latinoamérica y sobre los sectores rurales que se oponen entre sí: en el film colombiano desde lo abyecto, en el film brasileño desde el humanismo.
Boi Neon centra su punto de vista sobre las acciones cotidianas de unos personajes relacionados al mundo de las vaquejadas, especie de rodeos celebrados en la región rural del noroeste de Brasil. Mascaro, quien tiene una amplia trayectoria como documentalista (este es su segundo largometraje de ficción), observa a sus personajes cumpliendo con las faenas del trabajo, siempre las mismas y en actos casi mecanizados, que van desde los entretelones del rodeo hasta la subasta de caballos, así como la confección de ropa por parte de Iremar, el protagonista, quien sueña con tener su propia marca.
Mascaro evita el conflicto central y el desarrollo convencional de acciones, concentrándose en retratar a estos personajes marginales sin caer en la idealización ni en el sentimentalismo. La película, en vez de sentir lástima por ellos, los mira con compasión y con respeto. La puesta en escena privilegia los planos de conjunto y los travellings laterales lentos. La mirada es distante: se muestra a los personajes de cuerpo entero y no hay primeros planos. A Mascaro no le interesa la identificación, lo que le importa es mostrar la relación de estos con el espacio que habitan y como este espacio está siempre relacionado al trabajo, a tal punto que al final de la película Iremar hace el amor sobre una mesa para cortar textiles.
De la misma manera como se difuminan los limites entre el espacio del trabajo y el doméstico, también se subvierten los límites entre los géneros y entre las dimensiones de lo animal y lo humano. Todo se mezcla. Los vaqueros se planchan el pelo y sueñan con ser diseñadores de moda (no olvidemos tampoco que son dos hombres quienes masturban a un semental), mientras que las mujeres manejan camiones y son guardias de seguridad y portan armas. Las bailarinas de las fantasías de Iremar portan máscaras de caballo, así como se hace a los caballos desfilar en pasarelas. Y Mascaro registra con igual atención la sensualidad de estos cuerpos, tanto humanos como animales.
Competencia de Ficción
Director: Gabriel Mascaro
Guión: Gabriel Mascaro
Música: Carlos Montenegro, Otávio Santos
Fotografía: Diego García
Reparto: Juliano Cazarré, Maeve Jinkings, Josinaldo Alves, Samya De Lavor, Vinícius de Oliveira, Carlos Pessoa, Alyne Santana
Productora: Coproducción Brasil-Uruguay-Países Bajos; Desvia Filmes / Malbicho Cine / Viking Film
Brasil, 2015, 101 minutos