FESTIVAL DE LIMA 2024: SIMÓN DE LA MONTAÑA DE FEDERICO LUIS

FESTIVAL DE LIMA 2024: SIMÓN DE LA MONTAÑA DE FEDERICO LUIS

Por Benji Porras

Estrenada en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes y presentada dentro de la competencia de ficción latinoamericana de la 28° edición del Festival de Lima, Simón de la montaña (2024) es una película inquietante que transcurre en los Andes argentinos. La ópera prima de Federico Luis comienza como la historia simple de un joven con discapacidad intelectual que descubre su sexualidad, y que pronto se torna en despliegue oscuro sobre la búsqueda de una identidad.

Simón (Lorenzo Ferro) tiene 21 años y vive con su madre y el novio de ella en la montaña. Al inicio de la cinta, se nos muestra que asiste a una especie de centro educativo para niños y jóvenes con habilidades especiales y discapacidad. En el caso de Simón, esto consiste en un retraso madurativo, una desviación de la mandíbula y dificultades motoras y lingüísticas. Últimamente se encuentra en un estado de asombro y fascinación con el romance iniciado entre Pehuén, su amigo, y otra compañera. Mientras tanto, él comienza a experimentar atracción por una amiga, la Colo. Empujado por la fuerza de estos nuevos sentimientos, encubre a Pehuén para que tenga sexo con su novia en el baño. Ellos son descubiertos y cuando su madre es notificada, se nos revela que Simón lleva colándose hace una semana en la institución y que, en realidad, no tiene discapacidad alguna y que ha estado fingiendo todo ese tiempo. Su madre opta por confrontarlo en casa, y su secreto no es revelado a los demás chicos.

A lo largo del film, Simón insiste en su interpretación y la extiende. Primero, buscando a los chicos en la ciudad, especialmente para acercarse a la Colo; y luego fingiendo también en el trabajo. Lo vemos ensayar sus gestos y esto nos da la idea de su conciencia de la farsa; sin embargo, a medida que avanzamos, la película ahoga estos momentos, volviéndolos más escasos y reemplazandolos con escenas donde Simón afirma convencido que tiene una discapacidad, llegando a fingir incluso cuando está solo. Esta apropiación del disfraz provoca una relación cada vez más turbulenta entre el protagonista y nosotros, el público. En cada minuto que pasa, solo podemos sentirnos más confundidos respecto al desenvolvimiento de Simón. 

Podemos intuir -y entender- una voluntad de afirmación de autonomía en sus actos, “un paso a la adultez”, pero la ejecución es desconcertante. Nos encontramos frente a un joven que simula tener un trastorno del neurodesarrollo. Primero, para juntarse con personas, en su mayoría más jóvenes que él, que sí lo tienen; luego para ligar con una chica; y más tarde para extenderlo a todas las partes de su vida. ¿Por qué lo hace? La película va pasando por distintas tesis: encontrar un lugar de pertenencia, un acercamiento sexual o la impunidad. Y en todas ellas, la ambigüedad adquiere un matiz perverso.

Si pensamos la identidad como una articulación del “yo”, que a su vez es mediadora entre las demandas del mundo exterior y las propias, esta tendría que formarse necesariamente a partir de la identificación de lo circundante, de un otro al que queremos complacer y de un otro al que queremos parecernos. La aparente identificación que hace Simón de ese “otro” al que quiere parecerse, como uno con discapacidad, nos desorienta. Tanto a la madre como al público. Existe una mirada marginante muy interiorizada, una superioridad asumida respecto a las personas neurodivergentes. La película es consciente de ella y nos confronta, no a través del sermón o la fábula, sino desde una instancia de incomodidad.

La narración parece introducir -de manera menos explícita- a otro sujeto al que Simón, de forma más justificada, quisiera parecerse: un actor. En un punto del film se muestran videos caseros de cuando Simón era casi un bebé y junto a su padre ya recitaba a Hamlet. Se nos revela una cercanía al teatro desde que nació, mediada por la figura del padre -ausente durante todo el metraje hasta este momento. Entonces, cobra sentido decir que Simón busca esta primera identidad celebrada por el padre. Esa completud que consistía en asumir una pose para enfrentar el mundo. Ese primer “yo” que radica en “no ser yo”. Parece ser que ese mecanismo primigenio ha trastocado decisivamente su formación como individuo. Cuando parece que la realidad se manifiesta para frenarlo -por ejemplo cuando casi provoca una muerte o cuando es chantajeado sexualmente- Simón recalcula un momento, pero persiste con su performance y profundiza en su papel.

Este film navega en un procedimiento desfigurado de la existencia. Con actuaciones geniales y una fotografía y sonido formidables, nos perturba mostrándonos una identidad atrofiada. Simón de la montaña es una gran película sobre no saber estar en el mundo. 

Competencia de ficción latinoamericana
Simón de la montaña
Dirección: Federico Luis
Guion: Federico Luis, Tomás Murphy, Agustín Toscano
Fotografía: Marcos Hastrup
Edición: Tomás Murphy, Andrés Medina
Sonido: Martin Blaya
Producción: Patricio Álvarez
Reparto: Lorenzo Ferro, Pehuén Pedre, Kiara Supini, Laura Nevole, Agustín Toscano, Camila Hirane
Argentina, Chile, Uruguay, 2024, 97 min