Por Narda Liotine
Senilidad. El concepto ha ido cambiando de manos: Cicerón, Svevo, Simone de Beauvoir, Bergman, Ozu y Dwoskin. La personal De Senectute es una joya de reflexión contemporánea sobre la vejez. Afectiva y sutil, y aparentemente lineal, Age Is… es una expresión de la sabiduría del autor sobre la edad adulta, visión madura y desarrollada a partir del ensayo de Simone de Beauvoir “La vieillesse”.
Desde sus primeros trabajos experimentales, Stephen Dwoskin ha creado reflexiones poderosas, utilizando lenguaje personal subjetivo y no convencional, junto con el conocimiento y el concepto de sí mismo, conducido mediante el ojo del voyeur. Pero su investigación se ha vuelto extra personal y peculiar, con más autorreflexión. El reconocimiento de límites externos y el cuerpo ajeno le da al director la conciencia de su existencia. Esta elegía prolongada de la discapacidad (que lo ha invadido desde que contrajo polio a los 9 años) corre por los nervios, con destellos de extrema vitalidad. Sus producciones, desde Behindert (1974) hasta la reciente The Sun and The Moon (2007), pasando por Trying to kiss the moon (1994) son elaboradas desde cintas caseras antes de la enfermedad, sin nostalgia. Pain is… (1977) es una reflexión valiente sobre estos temas.
Con los cánones narrativos de la tragedia clásica investigando la vida humana desde su mythos, Dwoskin pinta un óleo sombrío acerca de la existencia complicada del ser humano, su parábola para conquistar la locura y la muerte. En el fresco, el único elemento trágico que permanece fuera de escena es el asesinato y la sangre, para así prevenir el ojo del dolor. La narrativa está caracterizada por temas recurrentes: pornografía, violencia, y envejecimiento. Comparado con el hombre ancestral, el hombre moderno es indulgente con la pornografía y la violencia, llevándolo a un leitmotiv de sus expresiones humanas, evadiendo el envejecimiento, censurándolo.
La senilidad es para Dwoskin una circunstancia contingente, y decide descubrir los retratos y autorretratos como los donados por Tonino y Marinella de Bernardi, amigos y parientes, en primeros planos que son capaces de secularizar el dolor sin hacerlo parecer patético. Mientras mueve su cabeza hacia atrás para respirar mejor o escapar un espasmo repentino, Stephen también aparece entre otros, liberando de un solo trazo a la discapacidad y la enfermedad de las acusaciones de obscenidad, y finalmente mostrando con una ingenuidad compleja el genio humano y el sentimentalismo en arrugas, mientras que la vida corre como un río una vez más y el viento aún mueve las hojas.