Por Mónica Delgado
Harley Queen (2019) de Carolina Adriazola y José Luis Sepúlveda es un film sobre la tensión y las contradicciones. ¿Cómo materializar una eterna dialéctica sino es a través de la convivencia de polos apuestos que parecen pocos conscientes de su oposición? Más allá de lo temático, es decir, del retrato de una strip dancer feminista y de su amistad con un neo nazi, lo que proponen ambos cineastas es una elección para mostrar estas contradicciones pero desde una disyuntiva documental: ¿hasta qué punto algo o alguien es filmable?
El film, con visos de ficción, es el relato de una mujer joven, bailarina y productora de eventos de espectáculos, casada, con una hija, que vive en el sector Bajos de Mena, un barrio marginal de Santiago de Chile. Poco a poco vamos descubriendo su amistad con un ultra nacionalista y con una escolar adolescente que también trabaja de bailarina. También vamos viendo que apenas habla con su pareja, que vive en condiciones miserables pero que no le molestan, y que vive un luto permanente, aunque no se note, a raíz de una pérdida familiar, y que los cineastas insertan a modo de sutiles flashbacks y material de registros previos. El modo en que es descrita recoge escenas de humor y absurdo, como su encuentro con lo paranormal o su fascinación por imitar en sus bailes al personaje del cómic Harley Quinn, de quien toma el apelativo. En suma, estamos ante un personaje anodino, y a quien se observa desde la extrañeza o aparente normalidad de un entorno cotidiano, de bailes, negocios y poca vida familiar.
Este retrato se nutre de las ambivalencias, de aquello que el sistema neoliberal a logrado unir, en esa alienación que no permite ya contundencias. En este Chile que proponen Adriazola y Sepúlveda (como en El pejesapo o Mitómana) fragmentado y desquiciante, hay una supervivencia donde se borran las fronteras ideológicas, donde pueden convivir ultras y feministas, esposos y amantes, asesinos de gatos y vecinas, pero donde las clases sociales sí están divididas. En muy pocas escenas Harley Queen sale de su zona, siempre está siendo mostrada desde su gueto o territorio local, como lo define bien esos travellings laterales del inicio y final del film, desde donde entramos y salimos a este mundo muy real pero que asoma extraño, en todo caso, filmable.
Incluida en la sección chilena de la reciente edición del festival de cine de no ficción Frontera Sur, Harley Queen (2019) entrega con más claridad su manifiesto de aquello que es “filmable”, a través de dos momentos, que precisamente son los que se hermanan más, en búsqueda de sentidos y gramática visual, con los anteriores trabajos de la pareja de cineastas: la escena del gato envenenado y la golpiza entre un recién casado y un ex esposo. En estos dos momentos, hay una resistencia a terminar la secuencia en el momento justo, y se lleva el registro hacia la exacerbación. Por un lado, para provocar precisamente esa tensión en la mirada, en la observación de hechos sensibles, y por otro, para graficar la ausencia misma de la protagonista, quien condiciona las situaciones pero, al final de cuentas, desaparece luego de escena. Quizás para poner en evidencia que hay pocas cosas que dependan de su voluntad.
Harley Queen es un film que tensa estas posibilidades del documental, del seguimiento extremo a los personajes, pero que también pone en diálogo opciones que parecen irreconciliables: cosificación de los cuerpos ante un feminismo que no cuestiona eso, un descendiente mapuche nazi, que adora evásticas y canta bachatas como parte de un culto, o relacionales familiares íntimas pero sin vínculos de amor. Y el valor del film está en esta incomodidad, en la medida que no podemos explicar a esta Harley Queen desde el retrato en sí, sin evadir su contexto ambiguo, sin la galería de seres que la rodean, desde esta constante negación de su agencia o individualidad. Es el documento de un constante boicot a la libertad.
Sección chilena
Directores: Carolina Adriazola, José Luis Sepúlveda
Guionistas: Carolina Adriazola, José Luis Sepúlveda
Director de fotografía: Ronnie Fuentes
Música: José Luis Sepúlveda
Sonido: Carolina Adriazola, José Luis Sepúlveda
Dirección de arte: Carolina Adriazola, José Luis Sepúlveda
Editores: Carolina Adriazola, José Luis Sepúlveda
Productores: Carolina Adriazola, José Luis Sepúlveda
Chile, 100 min, 2019