
Por Mónica Delgado
Basada parcialmente en una obra de teatro poco conocida de Don DeLillo, publicada en 2014, Mare’s Nest es un film muy en la línea de trabajos previos del cineasta Ben Rivers. También, el año pasado estuvo programada en la competencia internacional del Festival de Locarno Bogancloch (2024), su film sobre un ermitaño en bosques de Escocia que sintoniza bien en su abordaje con cortos o largos recientes como Ijen, London (2022), Krabi 2562 (2019) o Look then below (2019), entre otros films, que abordan la relación de la naturaleza ante la amenaza de su destrucción, ya sea desde un futurismo científico o desde la fantasía distópica desde un tratamiento de observación experimental. Esta vez, en Mare’s Nest la protagonista es una niña que aparece en un mundo mítico y ancestral, libre de adultos, que encuentra diversas experiencias que confirman su percepción de la realidad.
Más allá de la trama sobre una niña (Moon), que aparece tras un accidente de carretera, en un auto que ella misma manejaba, en un campo abierto de aspecto cuasi desértico, y que se encuentra (como en las road movies) con una serie de personajes, niños como ella, que bailan, juegan y reflexionan en voz alta, Mare’s Nest es una obra sobre los espacios del pasado como una memoria de lo perecedero (y perecible). En este film hay desierto, pero también hay cuevas y ruinas, que trasladan este universo infantil como si fuera una arcadia mágica donde sobreviven leyendas, proyecciones de cine en vetustos mecanismos al aire libre, y se expande un pensamiento filosófico de saberes ancestrales que permite suspensiones para la reflexión que el mundo de adultos ha perdido. Sobre esto, Rivers dice en una nota del festival: “Quería crear un mundo de niños con una incertidumbre subyacente, que reflejara las inquietudes globales, pero que al mismo tiempo fuera esperanzador. No quería ninguna relación con el mundo adulto, ni ninguna explicación de por qué”. Esta reverso de El señor de las moscas, donde no hay malicia, jerarquías ni dolor, es un mundo infantil que no está en la obra de DeLillo, y donde más bien sus tres personajes de “peregrino”, “erudito” e “intérprete” se actualizan a partir de una larga escena de una conversación entre tres niñas (incluida Moon, la protagonista), donde grandes preguntas sobre la incertidumbre y sobre el futuro de la tierra buscan responderse.
Los niños y las niñas -como dice la obra de DeLillo- ya no jugarán con la nieve, sino con la palabra nieve, y se trata de una frase que ilustra la forma que Rivers asume para contar, desde un maravilloso uso del 16mm, también una manera de nombrar desde las imágenes ante un inevitable proceso de destrucción. No solo descompone la propuesta de DeLillo extrapolando el juego lingüistico y retórico de la obra teatral, que tiene un halo pesimista, sino que la transfiere a este mundo de las imágenes, resignificándolas, y creando un eterno retorno donde lo mítico, con sus ruinas y viejas canciones, vuelve no como imposición o solo como recuerdo del pasado sino como una conexión urgente con la naturaleza en el presente, para repensarla y actuar en torno a ella.
Si bien se replica el imaginario ecológico y de crítica a la debacle ambiental que también aparecen en otros films de Rivers, Mare’s Nest es una obra sublime, de ritmo pausado y contenido sobre el universo infantil (y que por momentos me hizo recordar las adaptaciones de clásicos griegos de los Straub y Huillet), que recupera su ingenuidad, su capacidad de imaginación y de reflexión que quizás hace falta para ampliar la conciencia sobre aquello que está desapareciendo. Por ello, el final del film, una escena en medio de un juego en el atardecer, asoma esperanzadora al revelarnos una herencia de este apacible entorno en medio de la nada.
Concurso Internacional
Mare’s nest
Director: Ben Rivers
Guion: Ben Rivers
Fotografía: Ben Rivers, Carmen Pellon
Edición: Armiliah Aripin, Ben Rivers
Sonido:Dana Farzanehpour, Philippe Ciompi, Ben Rivers
Reparto: Moon Guo Barker
Reino Unido, Francia, Cánada, 2025, 98 min