Por Mónica Delgado
La figura de un viejo y ciego campanero, personaje de algunos versos de César Vallejo, que tiene miedo a la oscuridad es una idea que roza varios momentos del nuevo largometraje De todas las cosas que se han de saber de la documentalista peruana Sofía Velázquez Núñez. La idea ficcional y filosófica de un vida en tinieblas donde cabe la existencia del terror a las fauces de la oscuridad podría sonar como una reiteración, una redundancia, la aplicación de una lógica consumada, sin embargo, sirve de metáfora para explorar aspectos sobre la percepción desde lo sensible, pero también sobre la determinación o decisión para sobrepasar adversidades. Así la presencia del campanero llamado Santiago que sube a la torre del campanario venciendo sus miedos en medio de la oscuridad se vuelve la meta a alcanzar, la idea que se va materializando desde el perfil de algunos personajes en esta inmersión en Santiago de Chuco, un poblado serrano al norte del país que en 1892 vio nacer al poeta Vallejo.
De todas las cosas que se han de saber tiene la apariencia del film dentro del film. La presencia del equipo de filmación mientras realiza un casting, registra, entrevista, ajusta las tomas o el sonido está presente en la mayoría de los planos, sin embargo no existe una reflexión en sí sobre ese proceso, sino más bien sirve para revelar un mecanismo de conexión más cercano y amical con los personajes del pueblo que van pasando ante cámaras, como un modo de dejar las costuras del rodaje explícitas -y de la película en sí-. No se trata de una presencia para romper la cuarta pared, sino para mostrar que hay un trabajo en curso, que se va resolviendo quizás mientras vemos, y sobre todo es el relato de un búsqueda, y que queda plasmado en la voz en off de la cineasta que va describiendo algunas decisiones que vemos en pantalla: el deseo de hallar al personaje ideal, o incluso para describir la naturaleza reflexiva de algunas imágenes. Así, el documental se muestra en un limbo con la ficción, en la medida que se tantea sobre la noción de la planificación o de la espera de la irrupción de la sorpresa.
El documental abre con una escena a la manera de prólogo o introducción donde vemos a un cuy cruzar un patio de un lado a otro para comer su alfalfa. Este hecho natural, es decir, que puede pensarse desde una mirada pavloviana, de estímulo y respuesta, se va a contraponer a las acciones humanas, complejas, disímiles e incluso arbitrarias, que no permiten que un joven músico pueda cumplir su meta de estudiar o que un campanero pueda hacer que suenen las campanas de la iglesia del lugar sin un temor de por medio. Por ello, más allá de las citas y evocaciones al poeta peruano y a su posible entorno de infancia y juventud, De todas las cosas que se han de saber es una obra sobre los matices en algunos procesos, tanto en el mismo rodaje como en los tránsito hacia la libertad de algunas personajes. Si bien el título del film o la cita misma al campanero Santiago, así como la mención o declamación de varios poemas pronostican una temática en torno a César Vallejo, la intención de Velázquez es la de explorar algunas opciones formales del documental, donde la necesidad de mostrar los márgenes de la película, en los constantes “detrás de cámara” van a permitir también esos ensayos, esas precisiones que plasman el rol de la dirección ante todo.
Como la película se sostiene en la frágil frontera entre realidad y ficción, los mejores momentos aparecen precisamente cuando los personajes lucen menos controlados, menos “intervenidos”, fuera de las indicaciones o modulaciones del crew, como aquella escena de conversación de un sueño entre Elder, el músico, y su madre, o cuando ella relata un cuento oído a sus padres (que escuchamos en off mientras las imágenes nos extrapolan a otros momentos en la vida de Elder).
De todas las cosas que se han de saber, film que se presentó en la edición 36° Festival de Mar del Plata su largometraje, donde además obtuvo una mención especial del jurado en la competencia latinoamericana, es un trabajo que marca un punto de inicio dentro de la filmografía de Velásquez, (además una gran diferencia con obras como Retrato peruano del Perú, que codirigió con Carlos Sánchez Giraldo) y que muestra sobre todo su interés en experimentar desde el lenguaje mismo del documental, donde su mirada como un claro lugar de enunciación (a la manera del diario fílmico) es fundamental.
Competencia latinoamericana
Dirección y guion: Sofia Velázquez
Fotografía: Carlos Sánchez Giraldo
Sonido: Willy Ilizarbe Pizarro
Dirección de arte: Blanca Martínez López
Edición: Sofía Velásquez
Producción: Carolina Denegri Sánchez
Música: Renato Rodríguez (Carcamán Dub), Filiberto Barrios, Dilio Galindo, Grupo Antología
Reparto: Elder Bocanegra, Paulina Senaida Rodríguez, Walter Corro, Pablo Benites Benites, Manuela Corro
Perú, 97 min, 2021