PANORAMA: KNIVES AND SKIN DE JENNIFER REEDER

PANORAMA: KNIVES AND SKIN DE JENNIFER REEDER

Por Mónica Delgado

En Knives and skin, la cineasta estadounidense Jennifer Reeder vuelve a los motivos de la mayoría de sus cortometrajes, que desde hace algunos años vienen proponiendo atmósferas enrarecidas, neón y brillantina, para darle cuerpo a universos adolescentes femeninos. Si en la lograda A Million Miles Away (EE.UU., 2014), una canción de Judas Priest, You’ve got another thing comin, se vuelve el reverso de la usual “angst” adolescente (en las voces surgidas de una clase de coro en una escuela pública), aquí en su más reciente largometraje, los temas ochenteros de New Order, Modern English o Naked Eyes adquieren también la dimensión interior de la insatisfacción o la extrañeza. De esta manera, el imaginario pop de la insatisfacción o en tiempos de consentimiento, o la nueva angustia adolescente lejos de los códigos de los films de Gus van Sant, Gregg Araki o (para ir un poco atrás con comedias de frivolidad tipo Ni idea de Amy Heckerling) toman una fisonomía que mezcla el thriller, la comedia romántica y el drama adolescente.

La trama de Knives and skin es simple y suena a deja vú. Una joven estudiante desaparece (aunque desde el inicio sabemos las causas) y su ausencia activa algunos sucesos que estaban ocultos en un suburbio – donde sobresalen amas de casa o madres solteras. Con toques muy evidentes a Twin Peaks -o a los personajes del pueblo de Blue Velvet-, en Knives… casi no hay investigación o policías torpes, sino más bien la materialización de la ansiedad materna ante la desaparición de una hija, a punta de seres y situaciones nonsenses. La evocación al espíritu de los films de David Lynch y a los trabajos previos de la misma Reeder genera el referente ineludible, y es más bien el sometimiento a estos guiños que este trabajo de la cineasta toman la dimensión del pastiche, el homenaje o la autocita para abordar otra arista de las relaciones entre mujeres, y desde la perspectiva desde las mujeres y para las mujeres.

Pese a la trama del personaje que desaparece en un suburbio anodino, lo que le interesa a Reeder es mostrar a personajes femeninos en cofradías inusuales, en combates internos para romper típicas ataduras sociales o biológicas sobre el hecho de ser madre, por eso hay varias escenas de mujeres en estados de liberación de la pulsión, ya sea para afianzar un lado maternal (con pasajes de extremos sensibles o enfermizos) o para destrabar al amor lésbico. Ritos, pasajes de iniciación, cuerpos sometidos al neón y al color llamativo, de una galería de seres de ascendencia “multicultural”, que reflejan un EE.UU. de todas las sangres, y que cantan y seducen a capella (acompañados de una música creada por Nick Zinner, de Yeah Yeah Yeahs).

Con estreno internacional en la Berlinale del año pasado, Knives and skin muestra a una cineasta dentro de la posibilidad de construir un mundo de mujeres desde varios aspectos de la representación feminista, donde los personajes masculinos son mínimos (o minimizados hasta el ridículo), y donde tampoco hay lugar para un empoderamiento fuerte o cliché de las adolescentes o sus madres, como pasa en los estereotipos usuales del cine de género actual. Es más bien una película sobre temores, o cómo estas mujeres se van desligando de sus miedos, de sus corsés morales, sin que exista la presión antagonista de por medio (casi nadie lidia con padres machistas o represión escolar, salgo algunas escenas de bullying). Más bien, Knives and skin es un film de climas, de colores, de sentidos, de sutilezas del complejo de Electra o de un Edipo negativo, que por momentos también logra evocar algunos entornos tragicómicos de los films de un Gregg Araki o del Donnie Darko de Richard Kelly, solo que la enorme diferencia está en el punto de vista, el de una madre en crisis en busca de la hija perdida.

Dirección y guion: Jennifer Reeder
Música: Nick Zinner
Fotografía: Christopher Rejano
Reparto: Ireon Roach, Kayla Carter, Tim Hopper, Marika Engelhardt, Raven Whitley, Audrey Francis, Kate Arrington, James Vincent Meredith, Ty Olwin, Marilyn Dodds Frank, Tony Fitzpatrick
EE.UU., 2019, 111 minutos