Por Mónica Delgado
Con estreno mundial en la tercera edición del Festival Internacional de Cine de Pingyao, la argentina Al acecho, de Francisco D’Eufemia, es una revisitación al cine de género, desde los códigos del thriller y el policial, pero donde el uso apreciable de la banda sonora dota a la historia de un clima enrarecido, que lo saca de lo común.
Al acecho es una película sobre corrupción y traficantes, ambientada en un parque natural de la provincia de Buenos Aires, en Argentina, donde la impunidad es el motor que ordena las acciones de los personajes. Silva, un guardabosques en juicio (Rodrigo de la Serna) es trasladado a una nueva área de protección, lugar donde descubre a un grupo de traficantes de animales. Desde ese momento, asoma la naturaleza ambigua del personaje, a quien vemos empático con la suerte de estos animales depredados, pero también jugando un rol de cazador furtivo, que lo relaciona con las motivaciones de los delincuentes.
Ya el cineasta había abordado este tipo de territorio natural en su largo Fuga de la Patagonia (2016), anterior ficción que dirigió con Javier Zavellos, donde explora algunos tópicos del western, a partir de una persecusión y de la mirada poco laudatoria a un personaje histórico. Sin ir más allá, en Al acecho (Furtive, Argentina, 2019), el espacio también ocupa un lugar relevante pero desde la visión del protagonista, cuya sensibilidad es materializada a través de travellings que lo siguen trepidante por los bosques, siempre en estado de alerta y paranoia, y que la música acentúa o ayuda a precisar.
Y es este el curso emocional que el cineasta elige para su protagonista, el sello más particular de Al acecho. No solo se trata de hacer seguimiento al personaje de Silva, como un ente poco confiable, que oculta un pasado criminal, (ya que desde el inicio sabemos que viene de los bajos fondos o que al menos estuvo muy cerca a ese entorno), sino la de dar forma a esa preocupación o alerta sicológica. Y es aquí donde el uso de la música de Ariel Polenta juega un rol fundamental, a punta de sintetizadores (por momentos a lo Carpenter), y que parece lograr una suerte de abstracción, como si este entorno natural dejara su lado naturalista, para convertirse en una frondosidad inestable de la mentalidad del personaje, que luce salvaje en sus dudas y en sus certezas ante los hechos que lo rodean.
Si en Fuga de la Patagonia, D’Eufemia explora algunos componentes del western desde una figura histórica, en Al acecho, podríamos decir que la mirada sobre el protagonista encuentra compatibilidad, en la medida que se busca extraer su lado más humano, con sus polaridades o contradicciones. Y hay que celebrar que pese al tema del tráfico de animales, el cineasta no haya optado por una salida moral, sino todo lo contrario. Temíamos un acercamiento del protagonista como héroe en tiempos de corrección política, sin embargo, el cineasta apuesta por resaltar, ante todo, el aspecto policial y criminal, como en los clásicos del género, donde la única posibilidad de encuentros o certezas aparece dentro de la tragedia.
De todas formas, tanto con Fuga de la Patagonia, o incluso en su documental Canción perdida en la nieve (2015), D’Eufemia se mantiene como un cineasta con las motivaciones temáticas y expresivas claras, con su interés en trabajar algunas variaciones del cine de género, como en estos dos largometrajes, en un contexto distinto, donde el territorio es un personaje con todas sus letras.
Sección Nortune
Dirección: Francisco D’Euphemia
Guion: Fernando Krapp y Francisco D’Euphemia
Fotografía: Diego Poleri
Editor: Francisco D’Euphemia
Música: Ariel Polenta
Dirección de arte: Juan Pedro del Valle
Productor: Tomás de Leone
Productora ejecutiva: Maia Menta
Reparto: Rodrigo de la Serna, Belén Blanco, Walyer Jakob, Hector Bodoni, Pablo Ragoni, Patricia Calisaya
Argentina, 2019, 85 minutos