Por Aldo Padilla
El gran silencio es ese momento en el cual pareciera que nada más importa en el mundo que detenerse un instante, que todo el peso que se carga sobre los hombros se va con el mundanal ruido que nos rodea. Durante un instante toda el pasado se borra, todo el peso de lo que viene se vuelve solo una línea en el horizonte; ese gran silencio como un último descanso antes de lo desconocido.
Uchoa y Dumans retratan con gran sensibilidad ese gran silencio de un hombre sencillo en un viaje que parece interminable, un hombre con una introspección poética en base a todas las desventuras que atraviesa. Cristiano sobrevive mediante el nomadismo, moviéndose de un lado a otro, como si cada día habría que comenzar de nuevo pero con una nueva cicatriz del día anterior.
Una de las pocas formas de entender la vida de Cristiano es fusionar dos puntos de vista contrapuestos, por un lado el relato propio e íntimo que viene de la voz del errante, y por el otro lado la visión ajena con ansias de descubrir, una segunda persona que escucha atentamente lo que Cristiano quiere contar, el director necesita que alguien perciba, toca y sienta esa historia, es por eso que antes de relatar el recorrido del protagonista, la película presenta a André un adolescente que vive en una especie de orfandad, dada la ausencia temporal de su madre. Mediante los pocos minutos que André esta en pantalla, se va presentando el entorno en el cual se desarrollará la historia, en este caso Ouro Preto, una localidad del centro sur de Brasil, zona caracterizada por ser una región minera, ambiente que resalta toda la soledad que parecieran vivir sus habitantes.
La historia de Cristiano parte en el momento en el cual se lo ve siendo llevado muerto en una ambulancia, y André debe ir por las ropas limpias del reciente fallecido, es allí donde encuentra el cuaderno que relata los años circulares que vivió desde su salida de Ouro Preto hasta su retorno. Mediante una voz en off, se escucha el relato de casi 20 años de amores frustrados y precariedad laboral. En el relato se divisa una contracara de todo el desarrollo económico brasilero, que transforma al protagonista en una de esas víctimas invisibles del boom económico del país, aunque todo esto solo se pueda deducir como un trasfondo, ya que las vivencias de opresión, incertidumbre y cansancio, son los sentimientos trascendentales que transmite la voz de Cristiano. Los fugaces momentos de felicidad vienen principalmente de las distintas mujeres que pasan por su vida, en especial Ana, con quien vivirá su relación más intensa, una relación que mantenía a Cristiano con un sensación de inferioridad debido a la inteligencia y delicadeza que hacia tan fascinante a Ana.
Uchoa ya había mostrado una gran sensibilidad en su anterior película A Vizinhança do Tigre, al retratar algunos barrios de Belo Horizonte, donde niños y adolescentes parecían pasar el día en medio de juegos, aunque con un trasfondo fuertemente oscuro, ya que las drogas y la violencia reinaban en esas zonas. Precisamente como contexto de la realización de su segunda película, uno de los actores de su ópera prima (Aristides de Sousa), es el protagonista del nuevo film de Uchoa, y la ficción que se muestra en Arábia tiene mucho de verdad, ya que Aristides salió de la cárcel solo unos días antes del rodaje, elemento que también se usa en el film.
Arábia retrata la vida como un viaje, el cual no nos da oportunidad de detenernos y quedarnos a ver nuestro alrededor, no da la oportunidad de pensar en todo lo que se ha dejado en el camino, incluyendo pequeñas oportunidades de felicidad que han pasado desapercibidas.
Bright Future- competencia
Dirección: Affonso Uchoa, João Dumans
Guión: João Dumans, Affonso UchoaCinematographyLeonardo Feliciano
Editor: Rodrigo Lima, Luiz Pretti
Diseño de producción: Priscila Amoni
Sonido: Pedro Durães
Música: Francisco César
Reparto: Renan Rovida, Aristides de Sousa, Renata Cabral
Brasil, 2017