SOBRE CINE: OPINIÓN Y CHISME, TEXTOS DE BLANCA VARELA

SOBRE CINE: OPINIÓN Y CHISME, TEXTOS DE BLANCA VARELA

Por Mónica Delgado

Hace algunas semanas se publicó Cine: Opinión y Chisme, compilación de textos críticos de la poeta peruana Blanca Varela, publicados entre 1963 y 1965 en la revista Oiga, y firmados bajo el seudónimo de Cosme. El libro es editado por el investigador Jorge Valverde Oliveros, quien además realiza diversos talleres y laboratorios formativos sobre cine y literatura. Junto al libro que recupera textos del cineasta Armando Robles Godoy sobre cine, editado el año pasado por Emilio Bustamante, aportan a configurar un panorama más amplio y diverso de la crítica de cine en el Perú hecha en los años sesenta del siglo pasado.

La ventaja y la gran labor de Valverde es que pone a disposición una serie ordenada de 56 columnas, sobre 61 films, divididas por años, según nombre del segmento como Cine: opinión y chisme (nombre que da título del libro) Butaca del jueves o La mejor película del año, y según la identificación de textos firmados por Cosme y otros por la misma Varela, y algunos sin firma que responden al mismo estilo en la Oiga de aquellos años. Esta publicación se vuelve un valioso insumo, ya que Valverde logra una invitación a adentrarnos en estos textos, de profundizar en la lógica crítica de Varela, en los contextos de aquellos años y también en un determinado gusto para abordar las películas.

Por un lado, se hace visible la presencia de más mujeres en el ámbito de la crítica de cine en el Perú. Si bien Varela confesó muy pocas veces su pasión por la escritura sobre cine, la publicación es una oportunidad para auscultar una sensibilidad cinéfila, desde los films que decidió reseñar, sobre la misma idea de una columna denominada “Opinión y chismes” (quizás la última palabra del título en referencia a una usual relación periodística con sucesos de actores y actrices) y desde su visión crítica sobre el sistema mismo de exhibición en esta Lima de los sesenta. Y por otro, porque permite ubicarla desde el interés de escritores por el cine en el país, una relación de larga data. Quizás queden en el aire las preguntas sobre el origen y necesidad del seudónimo, y presumo que se debe más a un tema de representación, de juego de caretas y personajes, antes que de una falsa modestia o perfil bajo.

Al leer los textos, surge la interrogante sobre quién es el enunciador, de si es la voz y pensamiento de la misma Varela como cinéfila y crítica, o la de Cosme como personaje, masculino y adepto a determinado estilo o formas cinematográficas, como una suerte de nuevo “yo poético” desde las imágenes, desde las impresiones que se describen para films emblemáticos de la época. ¿Quién o qué es este Cosme? Sin embargo, más allá de esta interrogante, que además enriquece la lectura de los textos, permite identificar una posición en torno al cine desde incluso la problemática de la cartelera, la ausencia de espacios alternativos y la falta de condiciones para acceder a películas distintas. Como otros críticos, si pensamos en María Wiesse o Armando Robles Godoy, el cuestionamiento a la situación del cine en general se circunscribe también a su impacto social, como un medio que también debe de conectarse con los públicos desde su diversidad. “Sabido es que el cinematógrafo es el primer entretenimiento del pueblo junto al fútbol y no es justo que se explote a ese público, se le sacrifique, en beneficio de la gente de más poder económico que sale en estos meses a sus casas de playa de los balnearios y, por consecuencia, no frecuenta los cines de Lima”, sostiene Varela en un texto de enero de 1965, donde hace una nota de protesta ante la subida del precio de la entrada por películas reestrenadas y que considera malas.

En el plano de análisis de las películas, los textos de Varela permiten identificar algunos postulados sobre el sentido de verosimilitud, donde la oposición verdadero o falso son determinantes en su valoración. Así como también una idea de cine puro y de reconocer al cineasta como un creador (en la línea con la política autoral en boga durante aquellos años). También Varela deja entrever su malestar por algunos films cómicos como Il sorpasso, La pantera rosa, o alguna comedia “artificial y de mal gusto” de Michel Deville o alguna protagonizada por Harold Lloyd. Hay un tipo de humor que digiere difícilmente. Sin embargo, rescata las formas y estilo de un Chaplin o Keaton, de un Tati, o incluso del comediante francés Pierre Etaix, lejos de las brumas holywoodenses.

También los textos del libro permiten reconocer su admiración por Welles, Fellini o Bergman. O su desparpajo para decir que había películas flojas de John Ford, una vaca sagrada, o que Houston filmó “uno de los más grandes errores hemos visto en el écran”. Y es interesante también las relaciones que establece entre películas: cuando habla de Fellini menciona como oposición el tedio de algunos films de Antonioni. Por otro lado, no elude en los comentarios la noción del cine como compartimento, tan caro a un tipo de crítica sobre todo periodística: el “bien fotografiado”, o el “bien dirigido”.

Cine: Opinión y Chisme es una puerta de entrada para seguir profundizando en la obra de esta poeta, desde esta faceta mencionada, pero poco estudiada. Además porque permite reconocer la labor de la crítica desde otros componentes como su consistencia, periodicidad, continuidad, valoración dentro de un medio, y desde la necesidad de visibilizar una voz propia, que no mostró  miedo alguno a la polémica.

CINE: OPINIÓN Y CHISME por Cosme
BLANCA VARELA
Editorial: Isegoria
Año de edición: 2021
Páginas: 97
País: Perú