Por Mónica Delgado
El cineasta catalán Ignasi Duarte le propone una serie de instrucciones al escritor argentino Alberto Laiseca, mientras la cámara lo mantiene fuera de campo. El juego consiste en leer, y proponer a modo de entrevista, preguntas que Laiseca escribió como parte de sus novelas o cuentos, entre ellas Los Sorias. Así, fuera de contexto, y lanzadas en otro ambiente, se asumen como parte de un pacto, donde el escritor deberá responder, con el fin de tratar de quebrar la ficción de donde provienen las interrogantes o, lo que es mejor aún, adaptarse como parte de esa misma inventiva.
El único personaje, Laiseca, con cigarrillo siempre en mano, y sentado a un lado de su cama, con las cortinas cerradas, cerca a una lámpara que brinda un poco de luz artificial, y en pijama, se va soltando mientras el cineasta lo interpela. Digo interpelación porque hay algo en las preguntas que lanza Duarte que parece que van trasladando al narrador más allá de sus percepciones sobre el amor, la muerte o la decadencia de la humanidad. Lo van incomodando, ya que sobre todo no son preguntas surgidas de la mente del cineasta sino que se trata de «personajes de Laiseca entrevistando a Laiseca». No sabemos si Duarte se deja llevar por las preguntas que lo invitan a hablar sobre magia, brujería o Vietnam, o si está asumiento algo de los pensamientos que pusiera en boca de sus personajes años atrás.
La frontera de la narración dentro de la estética documental, así como el caracter metatextual del concepto elegido para abordar a Laiseca (inevitable pensar en lo polifónico, del «yo» social o del dialogismo a partir de esta resurrección de voces disímiles ante el creador), y el modo en que Duarte plasma esta entrevista de apariencia simple (entrevistado y entrevistador en un par de escenarios, a partir de pocos planos) permiten que El Monstruo en la Piedra se convierta en una experiencia iluminadora. No solo se trata del valor de una puesta en escena de mínimos recursos, sino del surgimiento de estas profundidades del ser humano desde el valor del testimonio, desde la visión de una persona que parece reflexiva pero a la vez agotada y aburrida ante tamaña empresa. Un retrato íntimo y distinto sobre las máscaras y sobre el poder de la invención. La polifanía del discurso bajtiniano cobra aquí una materialidad única.
Sección Memorias
Dirección y guión: Ignasi Duarte
Fotografía: Andrés Fechtenholz
Sonido: Daniela Ale, Mercedes Tennina
Edición: Andrés Fechtenholz
España, 2016
50 min