Por Mónica Delgado
No es fácil tratar a la violencia doméstica en los films sin que se aborde desde el morbo o la paradoja de acudir a las formas mismas de la fuerza o terror. Sin embargo, Clara Teper y Paul Pirritano, en su primer trabajo juntos, logran un acercamiento cuidadoso a este tópico, a tal punto que el film lleva el nombre de su protagonista como acto de afirmación tras un proceso engorroso y delicado. Chaylla, presentado en competencia internacional del reciente Visions du Réel, es un documental francés de seguimiento sobre una joven mujer denunciante de violencia, que vive en un albergue y que es constantemente acechada por su conviviente. La ruta para romper con la violencia es lo que plasma este film retrato de 72 minutos, y que explora desde la mirada de Chaylla todo este proceso burocrático, desde lo familiar, íntimo, y también desde el rol del estado.
Algunos elementos de la ‘puesta en escena’ que eligen los cineastas evocan al ritmo y posición sobre los personajes que utilizan los hermanos Dardenne en sus ficciones. Seguimos muy de cerca a Chaylla en sus citas con las asistentas sociales, en sus declaraciones ante policías o fiscales, pero también en sus conversaciones con su mejor amiga, su suegra o compañeras en un centro de acojo para otras mujeres víctimas de violencia. Por un lado, a través de ella, asistimos al proceso usual generado por los administradores de justicia, y por otro, a un vaivén emocional de Chaylla con su ex pareja. Incluso, los cineastas recurren a la elipsis para mostrar que Chaylla ha tenido un nuevo hijo con el mismo hombre producto de este círculo de violencia. Sin embargo, pese a estas circunstancias propias del ciclo de violencia, los cineastas no pretenden juzgar a su personaje, sino que a partir de las acciones oscilantes, tentar algunas razones sobre estos sistemas de poder que subyugan en el plano social y doméstico.
Los aspectos más interesantes de Chaylla están en los interrogatorios o en los procesos de asistencia por parte del estado, ya que son los espacios donde el personaje describe los episodios de violencia y donde quizás se percibe desde la distancia la fragilidad y situación de subalternidad con el agresor (pese a que en escasas ocasiones lo vemos). Y donde también el espacio amical se vuelve cobijo y oportunidad para compartir las mismas insatisfacciones. Y quizás allí se percibe un abordaje librado de cualquier arenga o consigna feminista, es decir, hay un interés de los cineastas por rescatar toda la resistencia o resiliencia que Chaylla encarna pese a sus ambivalencias, sin embargo su fin no es dibujar el retrato de una mujer empoderada, o una activista de sus derechos, sino lograr el bosquejo de un proceso difícil y complejo en sus derivas. Por ello, no llama la atención que Chaylla diga al final del film que algún día vendrá su ‘principe azul’, idealizando esa figura masculina desde un imaginario heredado y estereotipado. Chaylla es una mujer como cualquiera afectada por la violencia y que solo desea una vida normal.
Menciono un par de momentos que resumen la esencia dual de la película: la búsqueda de un tratamiento que huye de la convención en torno a la representación de la violencia, y por otro, apelar a algunos lugares comunes innecesarios. El film contiene dos momentos musicales que van describiendo también el devenir del personaje: uno, marcado por una versión de Total eclipse of heart de Bonnie Tyler, mientras Chaylla está en una actividad en el refugio, que muestra complicidad y un deseo de acompañamiento solo posible en la hermandad (o sororidad) y, otro, hacia el final, donde la vemos en una discoteca bailando y cantando a viva voz con su mejor amiga una versión de Bella ciao, el famoso himno antifascista, y que ya a estas alturas de la historia resulta manido, y que los cineastas acompañan además con otro recurso demasiado usado y predecible, el personaje mirando a la cámara como reflejo de autoconciencia y libertad.
Competencia internacional
Guion y dirección: Clara Teper, Paul Pirritano
Fotografía: Paul Pirritano
Sonido: Clara Teper
Edición: Pascale Hannoyer, Manuel Vidal
Producción: Marc Faye
Francia, 2022, 72 min