ARICADOC 2021: UN HOMBRE Y UNA CÁMARA DE GUIDO HENDRIKX

ARICADOC 2021: UN HOMBRE Y UNA CÁMARA DE GUIDO HENDRIKX

Por Mónica Delgado

El film Un Hombre y una cámara (A man and a camera, 2021) del realizador holandés Guido Hendrikx se nutre del alma de la afrenta. Un hombre-cámara, que no habla ni asienta gesto alguno, toca el timbre de varias casas para captar las reacciones de los habitantes de un suburbio, en su mayoría personas de la tercera edad, quienes lucen desconcertados ante la presencia de un desconocido que los graba. Pero la meta de este cineasta, entre voyeur y mera réplica tecnológica, es poder ser recibido en el corazón de estos hogares. En este sentido, el director parece estar dispuesto a vivir un calvario, ser humillado, golpeado y burlado. La materialidad de una cámara herida, vilipendiada, expulsada.

La mirada de Guido Hendrikx  es inmersiva, sumamente subjetiva, la de él tomando el lugar de la cámara. Este grado de posesión lo invisibiliza como sujeto, a tal punto que es percibido como un ente hostil, pero también indefenso, alguien demente que está jugando a documentar. “¿Qué quieres lograr con todo esto?”, “¿Para qué me quieres filmar”, “Si no dices nada, mejor vete”, son lugar común en las respuestas de los objetos de observación: personas de un barrio, en su mayoría jubilada, que no tiene ganas de compartir algo de sí. En este sentido, por algunos momentos desesperante debido a las constantes negativas que recibe Hendrikx, el film es un experimento, a estas alturas descabellado en medio de un mundo de desconfianzas. ¿Dejarías entrar a tu casa a un desconocido que te toca la puerta mientras te graba con una cámara pegada al ojo sin decir una palabra? Es la interrogante que interiozamos ante el “challenge” que se ha planteado el cineasta, y ante el cual asistimos como cómplices, desde su mirada transparente y directa.

A lo largo del documental asistimos a una serie de desplantes, de paseos por calles donde vemos el suelo de césped o empedrado, de una cámara que levanta la mirada cuando llega a las puertas de los hogares. Y cuando sucede el milagro, ese que esperamos por más de media hora, es que surge una cuota de esperanza. Pero, más allá del propósito del cineasta, de lograr el ingreso a estas casas y sopesar cómo responden los habitantes ante un hombre silente y una cámara que capta algunas situaciones de modo poco aprehensivo, asoma un ejercicio donde el acto de filmar o grabar es percibido como un atentado a la privacidad. Pareciera que Hendrikx afirmara una claúsula esencial de este tipo de documental, donde el deseo de las personas a ser observadas es una regla para la empatía. Y es bajo este premisa que surgen los mejores momentos de este documental, la de la complicidad de los habitantes que reciben con expectación al nuevo invitado (unos pocos al final de cuentas).

A man and a camera es el segundo largometraje de Guido Hendrikx y apuntala el trabajo realizado en Stranger in Paradise, su primer largo y que vimos en 2017 gracias al CPH:DOC. Allí apela a otro tipo de dispositivo documental, al escenificar el proceso de entrevistas burocráticas para migrantes en Holanda. En ese film un grupo de estudiantes y su docente recreaban cómo los refugiados solicitaban la residencia ante instituciones de ese país. Si bien aquí aparece una simbiosis entre realidad y ficción (las entrevistas se soportan en evidencia real de esas entrevistas), en A man and a camera estamos ante un tipo de cine directo donde todo el peso está en el curso mismo de los acontecimientos, en su inmediatez y en su lado inesperado o sorpresivo. Aunque hay algo que une a los dos films: la presencia de alguna canción de Leonard Cohen, como una poética espiritual que simboliza el epílogo de ambas creaciones.

Vista en la reciente edición de AricaDoc, A man and a camera es uno de los grandes trabajos que he podido ver en este 2021, sobre todo porque se trata de un film que muestra un riesgo y que se propone como una reflexión en torno a un motivo muchas veces expuesto en el cine, más aún si pensamos en qué han mutado las intenciones de una película como El hombre de la cámara de Dziga Vértov de 1929 y de cómo el cineasta cyborg que toca la puerta de tu casa se vuelve símbolo de una de las grandes intromisiones de la cultura mediática y su resistencia en el siglo XXI (materializada en el reality o nuevas aplicaciones de redes sociales).

Director: Guido Hendrikx
Productores: Jasper Boon, Wouter Jansen, Ena Sendijarevic
Guion: Guido Hendrikx
Fotografía: Guido Hendrikx
Holanda, 64 min, 2020