Por Mónica Delgado
El año del descubrimiento es una aproximación o un intento de resumir o trasmitir, antes que un proceso formal de reconstrucción histórica, lo que Raymond Williams definió como “estructura del sentimiento”. El cineasta Luis López Carrasco resuelve un problema de representación, desde una puesta en escena que difumina las fronteras entre documento y ficción, para recuperar no solo hechos sino toda una cultura semtimental y emocional de una generación en un periodo específico.
Si aplicamos este concepto de Williams, que entendemos, a grosso modo, cómo la relación entre ideología, sentido y su cuestionamiento, no aparece estancada en el pasado sino que puede tener correspondecias, fundamentos o articulaciones con la realidad social actual. Y en El año del descubrimiento, esta premisa se materializa en cada uno de los elementos que López Carrasco usa, dentro de los dispositivos del documental y el testimonio.
Por un lado, el cineasta nos ubica desde el inicio en un periodo histórico determinado, desde material de archivo e intertpitulos sobre dos sucesos para recordar: los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla. Ya María Cañas, en Expo Lío 92, propuso recuperar la paradoja de un deseo de modernidad, civilización y progreso con algunos procesos atorados en el pasado (ya sea por taras sociales como por la escasa voluntad política para cumplir este sueño moderno), desde los códigos visuales surgidos del espíritu de esta exposición, y que en manos de la cineasta y artista adquieren un tono sarcástico y corrosivo. López Carrasco parte del influjo de este periodo, de la mano de esta Exposición Universal, para confrontar un desaliento social, desde el sentido común de los trabajadores, que a través de testimonios y entrevistas quedan despegados de la “masa obrera”.
A lo largo de tres horas y media, el cineasta murciano nos introduce, a través de planos muy cerrados (muchos primeros planos) en un restaurante o bar muy conocido en una comunidad, donde se reúnen desde jóvenes hasta ancianos, hombres y mujeres, encontrando en sus conversaciones detalles de los sucesos de 1992, pero también sobre lo que viene pasando en la España actual. El contexto aparente de esta historia de un sector obrero de Murcia, en la ciudad de Cartagena, remite a los tiempos del gobierno del PSOE y de Felipe González, para dar cuenta de disturbios y protestas por el cierre de fábricas que terminan con el incendio del parlamento regional. Sin embargo, poco a poco (o incluso tras leer los créditos finales), es que sabemos que el cineasta ha apelado al simulacro, a construir para esas tres horas y media un mundo especial, un artificio, que permita traer del pasado a todos estos personajes y sus opiniones sobre política, brechas sociales o sus propias familias.
Desde esta recuperación de la memoria individual, desde la investigación y recopilación rigurosa, López Carrasco va ensamblando el pensamiento de cada sujeto (en su individualidad y particularidad), para que en su conjunto podamos percibir contradicciones que se repiten o afirmaciones que encuentran eco una y otra vez, pese al paso del tiempo. Y en este punto encontramos el aspecto más valioso de este trabajo de López Carrasco, y que se hermana con un film como El futuro, uno de sus trabajos previos, en el modo en que intenta interpretar el concepto de “reconstrucción histórica”, como algo que no puede ser entendido como inmutable, como algo estanco o atrapado en un único periodo. La puesta en escena, la fotografía de Sara Gallego, y la escenografía de Víctor Colmenero, nos llevan, sin lugar a dudas, a inicios de los noventa, afianzado totalmente en el uso del video Hi-8, en una recreación muy lograda, pero mientras los personajes se dejan explorar, en sus diálogos, es que descubrimos que todo esto persiste, esta vivo y nos va mostrando una España en movimiento extraño, de tiras y afloja, de errores y simpatías recurrentes.
El año del descubrimiento obtuvo el premio más importante en esta edición online de Cinéma du Réel, y que en días de virus y cuarentena adquiere aún más una dimensión sugerente sobre cómo se va construyendo el sentido histórico y sobre la no fragilidad de las memorias. Luego del visionado, sabemos que hay algo en España muy vigente: un territorio que no olvida nunca.
Selección oficial
Dirección: Luis López Carrasco
Guión:Luis López Carrasco, Raúl Liarte
Fotografía: Sara Gallego
Montaje: Sergio Jiménez
Escenografía: Víctor Colmenero
Productor: Luis Ferrón, David Epiney
Producción: LaCima Producciones, Alina Film Sarl
Apoyo: ICAA (ES), Office Fédéral de la Culture (CH), Cineforom (CH), Succès passage antenne (CH)
España, 2020, 200 min