Por Alonso Castro
Andrew Kotting se basa en la obra de Hattie Naylor, Iván y los perros, para recomponerla y presentarnos Lek and the dogs (2018). La trama -tanto de la película como de la obra literaria- cuenta la vida de niño de Ivan Mishukov cuando abandona su hogar para vivir en las calles de Moscú y, a partir de un momento, empezar a convivir con unos perros callejeros, una historia basada en hechos reales.
Sin embargo, la película va más allá de una representación lineal de la historia de Iván, quien en la película es renombrado como Lek. Andrew Kotting nos narra una historia, sirviéndose de elementos del found footage de los archivos de audiovisuales que reflejan desde escenas familiares y cotidianas hasta el registro de explosiones y plantas nucleares. Con esos recursos, se crean atmósferas que aportan a la reconstrucción de varios tiempos en la vida de Lek. Así, se tienen los momentos que hacen referencia a las vivencias de Lek tanto de su experiencia de vida en las calles y convivencia con los perros en las afueras de la ciudad como de su periodo familiar en el intento por reinsertarse a la sociedad. Ello se complementa, perfectamente, con las imágenes del contexto en el que Lek va creciendo, las cuales remiten a un contexto donde predomina el abuso y la autodestrucción al punto de llegar a un estado distópico de caos y decadencia.
Lek and the dogs inicia con los escenarios de un contexto en decadencia como excusa para proponer una lectura de las relaciones sociales en la actualidad. Sostendría que ahora hay un predominio exacerbado de la individualidad y, por lo tanto, de una incapacidad de reconocer al otro al punto de verse como ajeno y sin vinculo alguno. Ello también se ve representado en el desarrollo del personaje de Lek en la medida que, a pesar de que llega a reinsertarse exitosamente a la sociedad después de decidir abandonar su hogar por la violencia que se reproducía entre la relación del padrastro y la madre, es incapaz de fortalecer y sostener una relación con quienes llegó a amar. Así, el distanciamiento -incluso, la reclusión solitaria- se ve como lo más factible y deseable.
En la película, se experimenta no solo narrativa, trasponiendo tiempos, y estéticamente recurriendo a los recursos audiovisuales mencionados, sino que también hay una apuesta por complejizar la comprensión del personaje retratado. Le dan protagonismo con su voz e imagen y, al mismo tiempo, participan unas voces que fungen de analistas del comportamiento de Lek. Con ello, el personaje adquiere múltiples dimensiones desde las cuales es representado y puede ser comprendido el proceso de construcción de su memoria fragmentada y afectada por los traumas generados desde su niñez.
Así pues, Andrew Kotting, en Lek and the dogs, propone un ejercicio de comprensión de la construcción de la memoria y de los sujetos que viven en sociedades que tienden hacia el individualismo exacerbado, a través de la representación de un personaje -tan peculiar como complejo- que huyó de la sociedad para luego reinsertarse y, finalmente, alejarse por completo del entorno social en búsqueda de una comunidad que pueda albergarlo y no dañarlo.
Director: Andrew Kötting
Reino Unido, Francia, Chile
2017
90 min