Por Mónica Delgado
La primera tanda de la sección Radar de la reciente edición del 17° edición del Festival Internacional de Cortos de Santiago de Compostela, Curtocircuito 2020, mostró tres trabajos que tienen en común una revisión histórica (aunque las diferencia el uso del pastiche, la apropiación o reedición de material de archivo: Stump the Guesser de Guy Maddin, Evan Johnson y Galen Johnson, L’année dernière à Dachau de Mark Rappaport y Une Nuit à l’Opéra de Sergei Loznitsa.
En Stump the Guesser (Canadá, 2019), del cineasta experimental canadiense Guy Maddin, y los hermanos Evan Johnson y Galen Johnson, se exponen diversos recursos estilísticos del periodo silente, sobre todo a modo de homenaje o cita a los films de estética expresionista pero también con ecos al cine soviético de los veinte, sin embargo, en la paradoja, que se haya registrado todo en digital aporta a incrementar el objetivo del pastiche, confrontar algunos paradigmas de la comedia o la fantasía, que ahora pueden leerse solo desde el absurdo, y provocar la ironía o carcajada desde esta exageración y de algunos elementos escandalosos del cine de aquellos años, aquí en forma y tema de incesto.
Stump the Guesser cuenta la historia de un adivino que, en pleno espectáculo ante la masa, se reencuentra con su hermana, de quien se enamora. Tanto Guy Maddin como sus usuales colaboradores, los hermanos Johnson (con quien ya había trabajado gratamente en The Green Fog y The Forbidden Room), juegan con las oportunidades del digital, pero para añadir trucos, gags, letreros coloridos, a una historia de amor prohibido. El digital y sus texturas limpias y perfectas le dan un toque que no permite conectar con la evocación, en la imposibilidad de recuperar la total recreación de un modo de producción absolutamente perdido en el tiempo, pese a la tecnología. Más allá de la trama, de la comicidad y transparencia de Stump the Guesser, parece que estamos ante un ejercicio lúdico dentro de las obras de Maddin, que mejora mucho en sus últimos minutos.
En una vía distinta, nos encontramos con L’année dernière à Dachau (Francia, EEUU, 2020), el nuevo video ensayo de Mark Rappaport, gran referente del análisis visual de este tipo. En la lógica de sus anteriores trabajos, el cineasta estadounidense establece diversas correspondencias entre dos films emblemáticos en la vida y obra del francés Alain Resnais: El año pasado en Marienbad (1960) y Noche y niebla (1957).
Rappaport parte de una anécdota, que durante el rodaje de El año pasado en Marienbad, en un alto a las labores, el reparto y el crew visitó las instalaciones del campo de concentración de Dachau, cerca a la mansión locación del film. Esto no solo significó el regreso a la memoria física de Noche y niebla, sino que se vuelve una excusa tremenda para que el cineasta explore las dimensiones éticas e históricas de filmar en un château una historia estetizante (más allá de los méritos y lugar de una película maravillosa como El año pasado en Marienbad) tan cercano a un territorio del horror. De esta manera, el cineasta pregunta, reflexiona, desde una modo lúdico del video ensayo y la apropiación, para cuestionar representaciónes, sobre de qué modo los cineastas se han acercado a graficar un periodo escalofriante, o sobre cómo Kubrick usó esa misma mansión para rodar Paths of Glory, tres años antes, en una lógica distinta que Resnais.
El cineasta establece conexiones, diálogos, con no poco sentido del humor, y también propone pequeñas bios de Delphine Seyrig o Sacha Pitoeff (en el estilo que caracteriza el trabajo previo), y recoge algunas imágenes del making of de Florence Malraux o algunos detalles de la participación en esta visita de Volker Schlöndorf, quien era asistente de Resnais. Y logra un videoensayo, si bien que no escapa a lo ya realizado por el director, permite cuestionar y dejar en el aire preguntas incómodas, que aluden a la responsabilidad social, colectiva, con la que finalizaba la tremenda Noche y Niebla.
Otro que se sigue moviendo dentro de sus linderos es Sergei Loznitsa con su cortometraje Une Nuit à l’Opéra (Francia, 2020), un film de encargo de la misma Ópera de París, y que más que un retrato de época, propone una clara relación de poder, jerarquías, élites y vida cultural. A partir de recuperar y restaurar material de archivo, Loznitsa nos lleva al showbiz del arte y la música, desde diversas galas entre 1950 y 1960, que precisamente son ordenadas o reducidas a una sola noche, dando la idea de un espectáculo de megaestrellas del cine, de la política, de reyes y presidentes. El Palacio Garnier se vuelve en la entidad que recibe, donde las masas quedan al margen, reprimidas por la policía ante la llegada de la cúpula de un sistema de castas.
El corto tiene dos partes. La primera está centrada en el ingreso al evento en el palacio, donde vemos a la Reina Isabel, Charles Chaplin, Grace Kelly o Brigitte Bardot. Luego, la segunda parte, se concentra en la performance de María Callas. En este desarrollo, la elección de Loznitsa es detenerse en este pasaje, en dejar que la figura de Callas inunde la última parte, con su voz y presencia, para dejar de lado a los invitados, que ya adivinamos capturados ante la atracción al proscenio.
Si bien se percibe a Une Nuit à l’Opéra como un ejercicio dentro de la filmografía de Loznitsa, demuestra la capacidad del cineasta para el montaje, para generar sentido entre los planos, en sus opciones de reedición (o agregarla a un material que le llega en bruto, como mero registro), donde casi siempre se desemboca en una ironía de carácter político, sobre estos intersticios del poder y de los símbolos de la hegemonía.