El ucraniano Myroslav Slaboshpytskiy anuncia desde el inicio de The Tribe, su largometraje debut, a través de subtítulos, que esta será una película diferente porque no habrá palabras ni diálogos, solo lenguaje de señas. Y es aquí que surge una experiencia insólita para el espectador común, la de someterse a la ausencia del significado de este nuevo vocabulario del cuerpo y de los gestos, y que reflejará a lo largo del metraje un nuevo código expresivo de la violencia. La exclusión ilusoria.
Como en El joven Törless, el adolescente sordomudo Sergey llega a una institución educativa pública que atiende a otros adolescentes con la misma discapacidad, y el lugar pasivo al que llega (hay un recibimiento simbólico de alegría y bondad que luego es repelido por el submundo que se describe al interior de las aulas), y que poco a poco se convertirá en un antro de males. Allí tendrá que pasar una suerte de bautizo, y aceptar las jerarquías establecidas por los líderes de la tribu. Pero a diferencia de la novela de Musil, o la película de Schlöndorff, cuyas intenciones van por un aspecto moral de los personajes en su patriotismo y militarismo que atropella, aquí nuestro “héroe” es un Basini sometido a la voluntad de los más fuertes, o de los más intimidantes, no solo en un mundo de hombres, y se adaptará fácilmente a las nuevas normas de esta escuela que subvierte o ignora en medio del robo, asesinato y prostitución.
Como en los cortometrajes anteriores de Slaboshpytskiy, se percibe su interés por mostrar a través de la problemática juvenil de extremos (drogodependientes en Diagnosis, o delincuentes sordomudos en Deafness) una radiografía de la Ucrania actual, que como en Maidan de Sergei Lonitza (estrenadas ambas en el reciente festival de Cannes y guardando las distancias) muestran de manera cruda y perturbadora las semillas de un fascismo disfrazado.
Los adolescentes de The Tribe no muestran limitaciones físicas, son dueños de su propio guetto donde han difuminado la presencia de la autoridad, donde sobreviven a costa de avasallar al otro y de dominar con fabulosa fortaleza aquello que les permite comunicarse, el cuerpo. Por eso, para Slaboshpytskiy un extremo así solo es demostrable a través de las peleas a puño limpio, de las relaciones sexuales cortantes, y de la ira en sí que brota de los puentes entre gestos y señas.
The Tribe toma a la fuerza la retórica de una película silente, en todo el sentido que cabe en esa definición, y quedamos entregados a esa nueva expresión de la violencia contenida, pero también de la que escapa al gesto mismo, como en la brillante secuencia final. A través de esa galería de personajes de la orfandad y el abandono social (actores sordomudos no profesionales), quedamos presos con ellos de la pantomima de la crueldad y la insatisfacción, pero donde habrá una historia de amor y el tránsito a la vida adulta como si se tratara de una pesimista fábula cruel.
Semana de la Crítica de Cannes
Director: Myroslav Slaboshpytskiy
Productores: Valentyn Vasyanovych, Iya Myslytska, Elena Slaboshpytskaya
Guión: Myroslav Slaboshpytskiy
Reparto: Grigoriy Fesenko,Yana Novikova
Cinematografía: Valentyn Vasyanovych
Editor: Valentyn Vasyanovych
Producción: Alpha Violent,Arthouse Traffic, Garmata Film production
País: Ucrania
Duración: 130 minutes