Por Monica Delgado
Este documental de parte, reciente ganador a mejor largometraje en DocumentaMadrid, y premio del jurado en Sundance, centra su indagación en la figura de Alberto Pizango, activista ambientalista y presidente de AIDESEP, asociación de defensa de los derechos indígenas y del desarrollo de la Amazonía, antes, durante y después de los penosos sucesos ocurridos en Bagua, en el 2009.
Si bien el inicio del documental describe de modo convencional el entorno de Pizango y lo asocia a un imaginario conservacionista y ambientalista, no exento de sublimación, que no evita un tufillo oenegeísta -con imágenes bucólicas de la selva que hay que proteger y la voz de Pizango como guía de ese sentimiento de pertenencia- luego el film poco a poco se va enriqueciendo, logrando la crónica de un suceso, con testimonios de las dos partes en litigio: los representantes del Estado peruano y los indígenas que piden la derogación de una ley que permite la explotación sin consulta previa. Del enfoque de ONG, el documental gira hacia la estructura de los mejores documentales de parte, que buscan precisamente remecer y buscar una adherencia con las víctimas, pero no lo hace con paternalismo, sino urdiendo una red de argumentos de los dos entes protagónicos y antagónicos y así dejar clara esa “verdad”.
Esta descripción día tras día, permite a los directores Heidi Brandenburg Sierralta y Mathew Orzel hacer la progresión de una negociación política fallida, basada en el atropello, la improvisación y sobre todo liderada por una mirada autoritaria del Estado que invisibilizó a un sector de peruanos, provocando una masacre, el Baguazo, que hasta hoy no tiene responsables políticos.
Los cineastas van componiendo este panorama de un estado “colonizador”, encabezado por el líder aprista Alan García Pérez, cuando era presidente y que se jactaba de negociar concesiones millonarias con transnacionales, mientras por otro lado, se ve la zona “Pizango” convertirse en enemigo: el viejo estigma de “El buen salvaje” se invierte.
Hay algo que gana Choque de dos mundos (When two worlds collide), y tiene que ver con El paso del tiempo, tras siete años de esos lamentables sucesos que cobraron más de treinta vidas: la aparición de una serie de muertos políticos, sobre todo tras las elecciones presidenciales 2016 en Perú, donde tanto Yehude Simons, Mercedes Cabanillas, como el mismo Alan García quedan como cadáveres en un territorio perdido -inexplicable más bien la ausencia de Mercedes Araoz, hoy candidata a la vicepresidencia del país-.
Si bien hay varios documentales peruanos que intentan dar una versión sobre estos sucesos, la ventaja de esta película, es que se percibe el proceso, en sus deficiencias, en sus falacias “tercermundistas” y en la dirección de un Estado como si se tratara de un cacicazgo. Hace tiempo que no se veía un documental político tan contundente sobre el Perú actual, quizás la lápida simbólica perfecta para alguien como Alan García Pérez.
Competencia Oficial de Documental
Directores: Heidi Brandenburg Sierralta, Mathew Orzel.
Cámara: Brandenburg Sierralta, Orzel
Editor: Carla Guitierrez
Música: H. Scott Salinas
Sonido: Taira Akbar, Orzel, Brandenburg Sierralta
Perú, EEUU, 2016