FESTIVAL ECRÃ 2022: BLISSED DE MAXIMILIAN LE CAIN Y A HOMEMADE FILM DE ANDREW POWER

FESTIVAL ECRÃ 2022: BLISSED DE MAXIMILIAN LE CAIN Y A HOMEMADE FILM DE ANDREW POWER

A Homemade Film de Andrew Power

Por Pablo Gamba

Dos de las películas que formaron parte de la selección del festival de cine experimental Ecrã de Río de Janeiro, y pasaron después a su programación online, tratan temas de relaciones de pareja. Una de ellas es Blissed, el cuarto largometraje de Maximilian Le Cain, un realizador y crítico irlandés con una extensa filmografía que incluye colaboraciones con Vicky Langan. La otra es un estreno en Ecrã: A Homemade Film del realizador independiente del Reino Unido Andrew Power.

Blissed se destaca por un trabajo con la fragmentación que recuerda las primeras vanguardias del siglo pasado, en particular el surrealismo. También por la distorsión de la imagen, en lo que ha sido señalado como referencia el ruso Aleksandr Sokúrov. Es una película sobre la vida sexual del señor y la señora Leonard, como se los identifica en los créditos, un matrimonio que practica el sadomasoquismo. Los primeros planos del film, de un cielo de nubes blancas en un día de sol y el pasto de un jardín, y otros que aparecen después de la casa y sus alrededores, enmarcan a la pareja en un contexto de naturaleza y vida comunitaria. Precede la presentación de los personajes y parece un lugar común de una retórica de la “normalización” de los disidentes incómodos. Sin embargo, también desde el comienzo la disyunción introduce un elemento que enrarece lo “normal”: un sonido de lluvia sin referente en las imágenes visuales –más adelante se verá el plano de la lluvia, pero sin el ruido.

Hay una gradación de este enrarecimiento, que se extiende de la disyunción imagen-sonido a la composición, antes de la presentación de la pareja. También a la puesta en escena, con la presencia enigmática de una enorme piedra en la entrada de la casa, por ejemplo. Pero los dominantes en Blissed son los dispositivos del montaje. Una secuencia sirve de ejemplo de cómo funcionan. Comienza en el cuarto de la pareja, presumiblemente de noche, con la señora Leonard sentada en la cama, pensativa. El plano es en blanco y negro, y se mantiene largo tiempo, hasta un corte sorpresivo al mismo personaje frente a un espejo, vestida como para salir y maquillándose, y después un plano en color que se hace abstracto por la distorsión. El siguiente corte es al mismo encuadre de la mujer frente al espejo, y en blanco y negro, pero con el personaje mirando hacia fuera de campo. Después hay un plano en color, exterior y de día, con una leve distorsión que permite identificar perfectamente la casa. Sería, entonces, lo visto por el personaje, y no el plano abstracto de aspecto nocturno, siguiendo la lógica de la continuidad. Lo reafirma el regreso del personaje que observa, en blanco y negro. Pero el siguiente plano es de la mujer en la cama, como al comienzo, lo que plantea la pregunta de si todo lo anterior fue un recuerdo o imaginado. Le siguen dos planos exteriores de la casa que se alternan con el personaje frente al espejo, mirando hacia fuera de campo, que complican todo más.

Esta forma de enrarecer la representación clásica es característica del surrealismo, y la inclusión de planos de la señora Leonard durmiendo y el señor también, desnudo y con una erección, hacen borrosa la distinción entre lo que se representa como real y los sueños, eróticos o no. Pero también se construye así un tiempo de salto entre capas, no lineal. Al ser evidente el recorte que hay, en la vida de la pareja, de solo las partes que se desarrollan en la casa, se transmite, además, la impresión de que se trata de una experiencia que puede inscribirse entre otros fragmentos o capas de la
cotidianidad que quedan fuera de campo, además de los representados. No se trata de una doble vida, en la que una está separada de la práctica y la imaginación sexuales. Pero el montaje de Blissed también está pensado en función de la experiencia del espectador de un largometraje. Incluye, en consecuencia, otra gradación en la disposición de las escenas sexualmente explícitas, que se desarrollan principalmente en la segunda mitad de la película. También en dos bloques, en el segundo de los cuales hay un giro del protagonismo de la mujer masoquista, que recibe los castigos
con placer aparente, al del hombre que aplica su sadismo con frialdad técnica. Al final hay un texto que indica que todo lo visto es parte de la vida cotidiana de los personajes, y da a entender que se trata de un matrimonio real. Pero tomar como verdad lo que informan así las películas es siempre una decisión de la que debe hacerse cargo el espectador. Igual ocurre aquí con la posición de tercero observador de la vida íntima de otros en la que lo coloca Blissed y frente al sufrimiento que se le presenta estetizado, con un estilo gótico que incluye el blanco y negro, y no usar sonido sincronizado sino una composición ambiental con ruidos metálicos.

Blissed, de Maximilian Le Cain

Hay una interrogante moral –no moralista– que plantea siempre el sadomasoquismo: ¿es el consentimiento del otro una razón válida para justificar el sufrimiento que se le causa?, ¿exime de responsabilidad por el daño al que disfruta al causarlo o al verlo? Volviendo al cine, también plantea la pregunta de cómo interpretar los indicios de la experiencia de los personajes. ¿Dónde está la diferencia entre los gritos y el temblor del dolor y el placer? Hay reiterados planos en los que la señora Leonard se toca y que parecen aclarar que el dolor es otro modo de sentir su cuerpo. Pero también hay otros en los que interpela al espectador. ¿Qué quiere transmitir esa mirada?

Ver A Homemade Film después de Blissed no dejará de ser un respiro, aunque relata una crisis asfixiante. La pareja es aquí más joven que el hombre y la mujer de alrededor de cincuenta años del largometraje de Le Cain. Son muy jóvenes, en edad de estudiar en la universidad o comenzar la vida laboral, y por ende, también, la convivencia. El texto de presentación indica que la película fue grabada durante el confinamiento por el COVID-19, pero uno de sus logros es que eso queda fuera de campo aunque de la crisis de uno de los dos personajes se relaciona con el encierro. También el montaje desempeña una función significativa en el largometraje de Andrew Power, que relata la misma historia desde el punto de vista de un personaje y después del otro, en la primera y la segunda mitad. Pero la narración débil, que construye atmósferas que dominan sobre las relaciones causa-consecuencia, y la subjetividad de la representación, hacen que esto sea algo completamente distinto de lo que sería contar lo mismo desde dos perspectivas en un relato hollywoodense.

La producción casera de A Homemade Film introduce, además, un elemento de ambigüedad. Cuando se relata la historia desde el punto de vista de un personaje, el que filma es principalmente el otro. En consecuencia, no parece quedar claro si cada mitad es una narración en primera persona o lo contado por un narrador testigo. Sea como sea, ambas mitades de A Homemade Film contrastan por su estilo y hasta temáticamente, incluso a pesar de que se repiten motivos, como la bandeja con el desayuno que cada uno le deja al compañero o el rechazo de la invitación a entrar al cuarto de la pareja a hacer el amor. En la primera parte hay una puesta en abismo: se representan fragmentos de una película que el joven no logra escribir. Pero este fracaso en la ficción dentro de la ficción sirve de pretexto para el uso de recursos como la animación y referencias a viajes que hacen de esta mitad la más entretenida.

La segunda parte –la de la chica– tiene como referencia explícita la novela Subir por aire (Coming Up for Air, 1939), de George Orwell, título que hace alusión a una rutina opresiva. Es eso: la vida diaria de una persona que sale a trabajar para mantener el hogar, y que convive con un compañero en crisis y encerrado en sí mismo. Algo destacable que resulta de esto es que se pone el acento en las consecuencias económicas y sociales, además de psicológicas, de la pandemia fuera de campo, y que incluyen el estancamiento del joven por el desempleo o una razón análoga. Recuerda las muchas relaciones y proyectos de vida que la crisis destruyó. Pero los principales valores de A Homemade Film no son testimoniales. A la cuestión de los puntos de vista hay que agregar, finalmente, el haber prescindido de diálogos en un género que se basa en ellos: el drama de pareja. Todo esto es lo que realmente hace que esta película casera trascienda el “cine de la pandemia”, que pronto pasará al olvido, y lo que justifica su presencia en la selección de Ecrã.

Blissed
Dirección e imagen: Maximilian Le Cain
Sonido: Nick O’Shea
Interpretación: Sr y Sra Leonard
Irlanda, 2022, 74 min.

A Homemade Movie
Dirección: Andrew Power
Interpretación: Kaileigh Moffat, Andrew Power, John Perhin, Michael Sparrow
Reino Unido, 2022, 74 min.