Por Mónica Delgado
En la competencia internacional del reciente Festival de Cine de Valdivia 2020 se presenta Mes chers espions, del cineasta ruso radicado en Francia Vladimir Léon. Estamos ante un documental de investigación y de búsqueda de archivo, pero con un componente particular: es el seguimiento de Francia a Rusia de Vladimir y su hermano Pierre, el cineasta de Biette y de Deux Rémi, deux, a las raíces familiares, con el fin de obtener respuestas sobre el pasado de espionaje de sus abuelos.
Mes chers espions tiene resonancias en sus intenciones con Nissim dit Max (2004), codirigida entre Vladimir y Pierre Léon, donde ambos interrogan a su padre sobre el pasado familiar y deportaciones de Francia en tiempos de Stalin. Sin embargo, en este nuevo film, la trayectoria de la investigación profundiza en el ala femenina de la comunidad filial, en las memorias, fotos, registros de Lily, la abuela casada con Constantine, militantes soviéticos que fueron deportados, de los cuales se sospecha eran espías al servicio del totalitarismo ruso; y de la madre de ambos, Svetlana, desde su cálido testimonio y recuerdo de ese retorno a Rusia en los años cuarenta.
La presencia de ambos cineastas, en escena, es capital, al contagiar ese impulso curioso, y a quienes vemos contándose detalles de la vida familiar, viajando en tren, llegando a pueblos de la Rusia rural, visitando amigos, cenando, brindando, entrevistando a amigas, primas o tías, ingresando a bibliotecas, archivos, museos de memoria, para profundizar sobre algunos vestigios que no aclaran el pasado problemático de los abuelos. Más allá de si logran o no una certeza sobre el rol que cumplieron sus antepasados en días de la Guerra Fría y comunismo, Mes chers espions muestra los procesos de la búsqueda, de cómo la memoria ha logrado organizarse, unirse, preservarse, y que a pesar de clasificaciones, fotos conservadas o escritos guardados y compartidos, hay resquicios imposibles de cerrar o una linealidad y consecución de estos fragmentos.
La Rusia que muestran los hermanos León en este viaje es la de Putin y las Pussy Riot, de censuras y un miedo genético a repensar el pasado. En este contexto, la búsqueda aparece con estas limitaciones, como en esa escena en el archivo donde una mujer los vigila atentamente para evitar que se tomen algunas fotos a documentación o fotos de los servicios de espionaje, o cuando reciben un correo electrónico de una consulta enviada a los archivos de la KGB en 2009 (respondida en 2018). En esta Rusia actual es poco probable lograr un panorama concreto del pasado, porque no hay lugar para su evaluación y análisis, a pesar de los intentos por dar sentido a todo ese sistema de preservación. Sin embargo, hay piezas que faltan, y que quizás ya no es necesario completar. Hay una conflictividad de tipo ético, como cuando Pierre Léon se pregunta cómo es que sus abuelos podrían estar defendiendo una causa que los destruía, que además escapa de lo íntimo y que habla de un sentido común que gobernó a generaciones.
Vladimir León, desde la cámara de Sébastien Buchmann (usual colaborador de los hermanos), no está interesado en las formas del encuadre, sino en la naturaleza de la investigación, en cómo eso se extrapola a los planos, y que se transmite con ingenio, donde esta figura de dos hermanos sentados frente a frente (en la casa, en el tren, en el hotel, en los halls) parece ser una forma de dialogar que atraviesa todo el sentido del film, desde la reflexión, la confesión y la extrañeza. Hay una necesidad de romper con algunas ideas familiares, de cómo se han construido estos recuerdos desde la ambivalencia, desde lo que parece ser, como parte de un juego de máscaras o de nuevas identidades como modo de supervivencia en tiempos de peligro.
Mes chers espions impacta desde su acercamiento al tópico de lo familiar, haciéndole frente a soluciones facilistas, que encontramos en decenas de películas similares donde el regodeo en la sublimación gana. Aquí si bien no hay conclusiones o confrontaciones abiertas, sí hay introspecciones en voz en off, sobre preguntas dolorosas que salen a flote, y que no tendrán respuesta.
Competencia internacional
My Dear Spies/ Mes chers espions
Dirección y guion: Vladimir Léon
Fotografía: Sébastien Buchmann
Edición: Martial Salomon
Música: Benjamin Esdraffo
Productor: Jean-Marie Gigon, Vladimir Léon
Productora: SaNoSi Productions
Francia, 2020, 134 min