Por Mónica Delgado
Cuando se establece la relación de cine y literatura quizás la primera palabra que surja sea “adaptación”, como si automáticamente nos ganara esa causalidad inmediata de la palabra escrita trasladada según fórmulas y técnicas específicas a los códigos visuales. Del texto a la pantalla. Si bien Toda la luz que podemos ver (México, 2020) de Pablo Escoto está sostenida en un bagaje literario, sobre todo en sus diálogos de dicción teatral y en la voz en off en un narrador omnisciente, asoma la libertad del ensayo, de la compilación, del ejercicio de formular un nuevo imaginario de memorias, en torno a la literatura sobre la historia emocional de México, a partir del paralelismo de dos historias de amor que rinden culto a las mitologías de Popocatépetl y el Iztaccíhuatl, seres que se volvieron volcanes.
Luego de pasar por Ficunam y Marsella, esta segunda película de Escoto inicia con un registro en analógico de un monumento mientras una voz en off describe el mito mexica de Popocatépetl y el Iztaccíhuatl, definiendo así las aristas de lo que veremos después. Este preludio funciona como el marco de una épica fundacional en digital, que se traduce en la demarcación de un territorio marcado por estos dos volcanes que rigen el territorio actual de la capital mexicana, y por la polaridad de lo femenino/masculino, de amor y desencuentros, de vida que extraña a la muerte. Con esta apuesta desde la leyenda y el mito, es que Escoto interpreta estas sensibilidades del nuevo mundo a finales del siglo XIX, las actualiza, se inspira en Miguel León Portilla, Mistral, García Lorca, Hannah Arendt, Sófocles, Fray Bernardino de Sahagún, Raúl Zurita o Roberto Bolaño, toma la fantasmalidad o frialdad de los modelos del cine de Rita Azevedo Gomes o algunos films de Manoel de Oliveira, establece una relación entre el paisaje y la restricción espacial del teatro de cámara, usa la sinfonía alpina de Richard Strauss para dar atmósfera a los campos en el amanecer o va del barroco de Henry Purcell al modernismo de Silvestre Revueltas.
La interpretación histórica que hace Escoto podría estar cercana a lo que hizo Lisandro Alonso con Jauja, al mostrar estructuras de memorias que fluyen pero de modo anacrónico, primero dentro algunos esbozos del género, del western a la tragedia, del drama amoroso al drama social, sobre todo por las evocaciones, los héroes y heroínas de ascendencia literaria que son como construcciones simbólicas, y segundo, donde es claro el artificio en todo sentido, como un modo lúdico de dar lectura a sucesos reales, desde la imposibilidad del cambio o la libertad, la mirada del siglo XXI.
Otro punto de interés en Toda la luz que podemos ver está en su modo de producción. Primero, en el trabajo visual, que se basa sobre todo en el registro de campos, bosques, montañas, o al pie del volcán, y de una fotografía en HD, de Jesús Núñez, que pese a su estilo low fi, muestra un cuidado en la iluminación, sobre todo en los encuadres que están a la caza de un influjo pictórico, de sombras a la luz de la velas o de dominio del cielo ante frondosos campos verdes y amarillos. Y segundo, que hay una descompensación en el plano sonoro, que por un lado podría develar esta huida de las exigencias en producciones históricas de este tipo, lo que podría resultar comprensible, sin embargo puede restar a la intención estética (y estetizante) de las imágenes.
Luego de la interesante Ruinas tu reino, Escoto ha demostrado con Toda la luz que podemos ver una versatilidad para asumir proyectos de distinta naturaleza. Ha ido con paso seguro desde el documental de carácter poético y etnográfico al ensayo histórico y al drama romántico, y lo coloca como un cineasta muy interesado en explorar estas formas cinematográficas sin limitaciones.
Competencia internacional
Dirección: Pablo Escoto
Guion: Pablo Escoto, Salvador Amores, Cat de Almeida.
Fotografía: Jesús Núñez.
Edición: Cat de Almeida, Salvador Amores, Pablo Escoto.
Música: Concepción Huerta, Gibrana Cervantes.
Sonido: Cat de Almeida, Pablo Escoto.
Casting: María Evoli, Margarita Chavarria, Lázaro Gabino Rodríguez, Víctor Manuel Hernández, Íñigo Malvido.
Producción : Ríos de Nueva (Pablo Escoto), ParábolaCine (Joshua Gil)
México, 2020, 120 min