Por Mónica Delgado
La programación de un festival de cine permite establecer relaciones entre el universo de films seleccionados en las diversas secciones, e identificar algunos motivos estéticos que pueden vincular algunas obras y que podrían ser síntomas de sensibilidades compartidas. En esta edición 53º del Festival Internacional de Cine de Rotterdam hubo un significativo número de cortometrajes experimentales, realizados en súper 8, 16 mm, 35 mm, en realidad virtual 360º, tanto en programas de las secciones convencionales como en instalaciones o experiencias inmersivas, muy diversos en sus formas y tópicos, sin embargo para este texto nos ha interesado agrupar tres piezas con relación a una vinculación temática: relación entre naturaleza y ciudad, o naturaleza y paisaje urbano.
Tanto Materia vibrante (Argentina, 2023) de Pablo Marín, Trees of Rotterdam (Holanda, 2024) de Alice Ladenburg y Ollie Palmer, y We will definitely talk about this after the last air raid alert stops (Ucrania, 2024) de Yuri Yefanov, exploran y problematizan sobre la urbanización de los territorios y naturaleza o la naturalización de lo urbano. Las tres experiencias en torno a esta relación de ciudades, sociedades y naturaleza se abordan desde distintos formatos y técnicas, pero comparten lecturas, dejando al espectador un acercamiento más minuicioso sobre lo que proponen como discurso.
Materia vibrante es un reciente trabajo silente, en blanco y negro y en 16 mm del cineasta argentino Pablo Marín, y fue parte del programa Subway. Skyscraper. Citizen., de la sección dedicada a cortos y mediometrajes del festival, y que contó con más de noventa obras, en su mayoría de cine experimental. Se trata de un film que se aleja de los tratamientos técnicos de trabajos previos del cineasta experimental, como Resistfilm (2014), Angelus Novus (2014), o incluso de Trampas de Luz (2021), con la cual podría tener una filiación más cercana ante la necesidad de auscultar desde otros códigos la composición de la realidad o la naturaleza, que es un elemento que el cineasta suele abordar en su obra. Y más bien Materia vibrante desarrola con planos fijos, y desde la intención documental, sin apenas intervención en la materia misma del celuloide, el registro de una naturaleza que sobrevive solitaria en medio de un edificio o la ciudad, o también a la inversa donde en un entorno natural aparece absorto ante la intromisión de edificaciones urbanas. Un árbol en medio de ropas tendidas en el centro de un edificio multifamiliar, una montaña rusa y sus gritos imaginados en el medio de un bosque, o carreteras que dividen inmensas áreas verdes.
La mirada de Marín contempla esta resistencia de la naturaleza, o en este caso, del proceso de urbanización como un orden naturalizado, como la concreta asimilación de esta convivencia, vista aquí en Materia vibrante como una nueva dualidad, o como, quizás, un modo de resignación ante estos paisajes que se convierten en antimonumentos en el corazón del desarrollo urbano.
Por otro lado, Trees of Rotterdam es un cortometraje de doce minutos, visto en el marco de la sección RTM del festival, dedicada a la proyección de cortometrajes surgidos en este territorio de Países Bajos, y que estuvo bajo la curaduría de Sam Koopman, Tarona y Robert-Jonathan Koeyers.
Este cortometraje se hizo con una técnica particular, se aplicó Terrestrial Laser Scanning (TLS), un tipo de escáner que genera imágenes 3D desde la medición espacial a distancia gracias a un láser que produce información geométrica de los objetos o sujetos registrados. Sin usar cámara alguna, la obra es el resultado de un ‘escaneado’, traduciendo a imágenes sugestivas todos un universo de texturas y volúmenes, que recrean como si se tratara de un film en negativo, los cuerpos e interioridades de edificios, plazas, calles y, evidentemente como indica el título, de árboles.
Esta pieza, dirigida por los artistas y realizadores Alice Ladenburg y Ollie Palmer, también contiene relatos en off de un grupo de personajes que residen en Rotterdam y dan sus comentarios sobre la relación de la naturaleza y las ciudades: un activista ecológico, un arquitecto, una naturalista y un experto en árboles. Todos confrontan imaginarios fuera de campo sobre la naturaleza, la tensión entre desarrollo y devastación. Pero más allá de la posición política, que visibiliza este compleja y antigua tensión, el tratamiento formal, a modo de cuidados “rayos x” de esta convivencia, la obra revela información que confronta las realidades de otros países, como los del Sur Global, que viven deforestación, explotación de recursos y expropiaciones: En Rotterdam, hay más árboles que habitantes. Y quizás estos datos, confrontados con la visión mágica que permite el registro con el escáner, permiten ver a Trees of Rotterdam como la materialización de una arcadia de intimidad perfecta entre humanos y naturaleza. El registro de una completa fantasía.
Y dentro de la sección dedicada al arte inmersivo, encontramos el trabajo del ucraniano Yuri Yefanov, denominado We will definitely talk about this after the last air raid alert stops (‘Definitivamente hablaremos de esto después de que cese la última alerta de ataque aéreo‘, en alusión a la actual realidad de conflicto que pesa sobre este país.) Se trata de una instalación a tres pantallas que presenta desde la animación digital y en 3D, una fábula futurista, donde asoman interrogantes sobre la tensión entre naturaleza y cultura. El artista y cineasta plantea la disputa entre estos dos conceptos, imaginando un mundo donde esta tensión se disipa, pero que no pone en peligro los procesos entre ellos.
Yefanov propone desde la reconstrucción una sociedad muy colorida, de fantasía, donde edificios al fin pueden convivir con bosques multicolores, donde aparece un bestiario a lo “Avatar” que convive en armonía con un entorno que palpita. Aquí la voz en off de una narradora va estableciendo una serie de interrogantes, desde tres partes marcadas, que ponen en cuestión nuestras realidades existentes. Esta voz brinda el sentido total de la experiencia, atrayendo la contradicción teórica entre cultura y naturaleza. Si hay cultura, la naturaleza cede y desaparece; sin embargo, la obra propone una utopía, y por ello, se propone desde su materia lúdica, artificial, mítica, una sociedad totalmente inalcanzable.
Los tres trabajos mencionados en este texto proponen conexiones desde puntos de vista que problematizan sobre la transformación de las sociedades dede estos procesos de urbanización; puntos que trastocan vínculos entre ciudades, sociedad y naturaleza. Por un lado, la naturaleza aparece omnipresente, resistente o intervenida, y por otro, asistimos a entornos donde esta se domestica y la tensión así queda difuminada.