LOCARNO 2025: OLIVIA DE SOFÍA PETERSEN

LOCARNO 2025: OLIVIA DE SOFÍA PETERSEN

Por Mónica Delgado

La edición 78° del Festival de Locarno no fue amable con las producciones latinoamericanas, no solo debido a la poca representatividad de la región en sus diversas secciones (algunos cortometrajes de Colombia, Brasil o Cuba en Pardi di Domani, o un par de largos en Cineasti del presente), sino también por los endebles criterios de selección, que deja la sensación de que quizás hay una crisis de escasez o problemas con los sistemas de laboratorio o coproducción. Lamentablemente todos los films latinoamericanos vistos, tanto cortos y largos, están muy por debajo de las obras destacadas de esta edición; incluso queda la sensación de que entraron aquí por arte de magia o por algún artilugio del azar. Olivia, de la cineasta Sofía Petersen, no pudo escapar de este panorama desalentador.

En esta ópera prima, la cineasta argentina propone un retrato de cariz onírico, y por momentos surreal, desde el diseño de personajes que se pactan como figuras, cuasi entelequias, y desde la construcción de un entorno abstraído donde conviven la frialdad de un camal con entornos donde asoman canciones de cuna. Olivia (interpretada por Tina Sconochini), es una joven tímida, encerrada en su mundo, que parece tener algún tipo de habilidad diferente (o al menos se percibe un exceso o poca delicadeza en el perfil del personaje que por momentos aparece como ida o infantilizada en la peor acepción), y que vive con su padre (Dario del Carmen Haro Santana) en una pequeña cabaña en medio de la nada, en la Tierra del Fuego. Lo que parece un drama familiar en torno a una relación básica entre padre e hija, descrita con acciones dilatadas en un ambiente sombrío, cambia a un relato de corte más simbólico, con la desaparición de la figura paterna. Olivia comienza un viaje, dejando atrás su colección de insectos disecados, para encontrar a su padre, y que la lleva por rutas en carretera, donde visitará un matadero, un bar o un pueblo desolado.

Como suele pasar en estos films de aprendizaje, Olivia enfrentará algunas verdades, pero también será oportunidad para la aparición de una serie de personajes que le revelan parte del mundo, como si fuera un viaje de iniciación o un encuentro metafórico con figuras ausentes, como el de la madre. Sin embargo, el problema en sí del film no es la trama, que puede ser incluso percibida como una “subielada” o como un relato cursi pleno de afectaciones de ínfulas estéticas, sino en la concepción de que el apunte surrealista o el absurdo es una carta libre para una puesta en escena antojadiza o llena de arbitrariedades. En Olivia, la cineasta nos comparte su particular idea de la experimentación: quiebres temporales, juegos retóricos para graficar surrealidad, alteración de la unidad de tiempo y espacio, actuaciones afectadas, diálogos líricos, aparición de personajes anodinos, presencia de elementos documentales, a tal punto que no nos debe extrañar que en medio de un bar de mala muerte surja de una rockola una canción de Spinetta que haga bailar a la tímida protagonista como si fuera una headbanger embriagada. Justamente se echa de menos que la extrañeza surja como parte de una cotidianidad: los personajes no lo sienten dentro de esa diégesis, pero nosotros como espectadores sí. Se percibe la intención evidentemente de crear un film de índole fantástica, donde surge una suerte de Comala actualizada a la Patagonia, pero muchas veces estas ideas que se podrían leer bien en el papel, lucen arriesgadas, pero no precisamente por su capacidad de experimentación. En Olivia más bien hay mucho sentido de lo viejo, en una mezcla de Sokurov con Sharunas Bartas y Eliseo Subiela.

Sí es destacable la labor en la dirección de fotografía, a partir del uso de Ektachrome de 16mm, de Owain Wilshaw, sin embargo, las texturas que explotan la belleza de los amaneceres sobre todo, no bastan para una historia donde se considera al absurdo como un valor en sí mismo, y donde se percibe incluso un argumento poco orgánico que implica la crudeza de un matadero, un vínculo de tipo lésbico o componentes de una coming of age tardía.

Cineasti del presente
Olivia
Directora: Sofía Petersen
Guion: Sofía Petersen
Fotografía: Owain Wilshaw
Edición: Sofía Petersen
Música: Utsav Lal
Productor: Shaun Finneran
Reparto: Tina Sconochini, Carolina Tejeda, Dario del Carmen Haro Santana, trabajadores del mataderi de Rio Grande, Hector Ricardo Gonzalez
Argentina, UK, España, 2025, 127 min