MAR DEL PLATA 2022. PIROGEOGRAFÍA 5: EL ROSTRO DE LA MEDUSA

MAR DEL PLATA 2022. PIROGEOGRAFÍA 5: EL ROSTRO DE LA MEDUSA

Por Valentina Giraldo Sanchez

De un momento a otro, la cara de Marina cambió. La cara de Marina dejó de ser su cara. La cara, ese paisaje común en donde una reconoce que lo que se ve es a sí misma, se altera.

La raíz etimológica de “rostro” tiene múltiples acepciones. Todas remiten a la idea de punta. Viene del latin rostrum correspondiente al pico de las aves, al hocico de diferentes animales y objetos que se pronuncian hacia el final: espolones de naves o herramientas filosas.

El rostro es algo filoso.

¿Podemos ser alguien más allá de nuestro rostro, más allá de nuestra imagen?

Pienso: Tantas veces que he visto en mi cara una cara otra, una cara no mía. 

Argentina: Altos Andes. Puna. Monte de Sierras y Bolsones. Selva de las yungas. Chaco seco. Chaco húmedo. Delta e Islas del Paraná. Bosques Patagónicos. Campos y Malezales. Estepa Patagónica. Esteros del Iberá. Islas del Atlántico Sur. Monte de Llanuras y Mesetas. Pampa. Selva paranaense. Antártida.

Una anotación en el diario fechada el 29 de junio de este año, un miércoles: Soñé que una jaguara buscaba acurrucarse entre mis piernas para dormir conmigo. Cuando le tocaba la cara, su cara felina, sentía la mía. Cuando me veo en las fotos siento que soy alguien completamente diferente.

Marina como despertada de un sueño hinchado, metamórfico, kafkiano despierta con una cara diferente, un pico de ave ajena, una herramienta-aguijón del reconocimiento deforme.

En El rostro de la medusa, Melisa Liebenthal deconstruye la idea de un retrato y el gesto se despliega en esas caras-otras, en ese ojo animal y fauces ajenas. De manera paralela a Marina en su búsqueda por respuestas, vemos vectores que se desplazan sobre caras de personas conocidas, animales y fotos familiares. La misma línea que dibuja la cara de la protagonista, dibuja la cara de los recuerdos y de las especies. Marina, y su cara, pueden ser entonces una ternera, o la foto de una abuela, o el pico de un ave.

Marina va al médico, y sigue a especialistas y consultas. Y la cara, des-carada, descolocada, desdibujada.

El incendio: no saberse en el reflejo, que es el rebote de la luz propia sobre una superficie.

La medusa: 

  • Las medusas (Medusozoa), también llamadas aguamalas, malaguas, aguavivas, aguacuajito, aguacuajada, o lágrimas de mar, son animales marinos pertenecientes al filo Cnidaria (más conocidos como celentéreos); son pelágicos, de cuerpo gelatinoso, con forma de campana de la que cuelga un manubrio tubular, con la boca en el extremo inferior, a veces prolongado por largos tentáculos cargados con células urticantes llamados cnidocitos.
  • En general, en la mitología era un monstruo ctónico femenino que convertía en piedra a aquellos que la miraban fijamente a los ojos. Fue decapitada por Perseo, quien después usó su cabeza como arma hasta que se la dio a la diosa Atenea para que la pusiera en su escudo.

El rostro de la medusa: Un umbral de las formas primitivas del reconocimiento propio.

Saliendo de ver la película, y tratando de trazar en la palabra el lazo testimonial de acontecer el incendio del cine, no pude no pensar en todas las veces en las que sentí el rostro perdido y me envolví en una cobija. En mi casa las cobijas enteras están llenas de animales. Cuatro tigres y leones y osos. Pienso: envolverse en las formas de un otro cuerpo y tratar de encontrar en la forma del sueño de un animal alguna cara en común.

Levantarse del sueño y no saber qué es lo que pasa con lo que se mira al espejo.

Envolverse en una cobija para soñar, esperar la metamorfosis, quedarse quietamuyquieta, porque verse al espejo es como ver a una medusa petrificante. Espejismos de una forma propia que decide desentenderse y deformarse, una astilla de un naufragio.

Un verse,

y no verse

y volverse a ver

Caminando, y pensando en una película y fuego que se acaba de ver (pero quizá no de apagar), me remito a la que creo, de pronto, fue mi primera imagen de la medusa: la madremonte.

Resplandor de un paisaje que se extingue: un fantasma que cuida a las montañas, y a los animales.

La madremonte:

  1. La Madremonte, llamada también la Madreselva, es un personaje legendario del folclor colombiano, presente en diversas regiones como Antioquia, Andes centrales y occidentales de Colombia, y los valles del Magdalena y el valle del Cauca. Es descrita de diversas formas, generalmente una mujer la cual cuidaba en los montes y las selvas, y tiene poderes sobre el clima y la vegetación. Su origen proviene de antiguas deidades indígenas suramericanas que representan a la «Madre Tierra».
  2. Su descripción varía, desde un monstruoso ser femenino cubierto de musgos, ramas y bejucos, de ojos encendidos, hasta una mujer joven, hermosa, elegante y alta, de ramas y plantas, o bien, una anciana huesuda de largas extremidades, vestida de hojas .

El rostro de la medusa es una cara casi siempre imposible de mirar, pues hay un secreto oculto que convierte en piedra al cuerpo que observa.

El rostro de la medusa es también, una luz que asoma paisajes desconocidos de unas vidas pasadas ocultas: ojos de vaca, hocicos de cerdo, madres en álbumes familiares.

El gesto: el moho en la piel, la cara animal y el mugido de vaca.

En esta película, Melisa Liebenthal desborda los ojos, las bocas y las mejillas, y ese espejo de agua que puede llegar a ser el cine nos muestra nuevas formas de des-cararse, mutar y animalizar el vértigo de irse de cara contra una misma.

 

Competencia internacional
Dirección: Melisa Liebenthal
Guion: Agustín Godoy, Melisa Liebenthal
Fotografía: Inés Duacastella
Edición: Florencia Gómez García
Dirección de Arte: Lucas Koziarski
Sonido: Mercedes Gaviria
Música: Inés Copertino
Producción: Eugenia Campos Guevara, Agustín Gagliardi
Compañía productora: Gentil Cine, Zona Audiovisual
Reparto: Rocío Stellato, Vladimir Durán, Federico Sack, Irene Bosch, Roberto Liebenthal
Argentina, 2022, 75 min