Por Pablo Gamba
Retrato de propietarios (Argentina, 2018), que forma parte de la Sección Oficial del Festival Márgenes, ganó el premio a la mejor ópera prima en el Festival de Ji.hlava, en la República Checa, donde se estrenó el año pasado. El título hace referencia irónica a los avisos que publican los dueños de mascotas que consideran perdidas, y que los retratarían a ellos más que a los animales de las fotos que incluyen como expresión de “amor” del amo. La premisa parece ser aquí no la desaparición sino la fuga del animal, y el consecuente acercamiento sensorial imaginario a una experiencia que podría ser análoga a la humana como expresión de malestar en la civilización.
El documental experimental, dirigido por Joaquín Maito, sorprende, en primer lugar, por su trabajo con el sonido. Al poner los ladridos y maullidos de relieve, se los escucha con la distorsión propia de los sistemas de registro y reproducción. Se ha hecho imperceptible por el hábito de escuchar de esa manera la voz humana, pero hace patente toda su desnaturalización originaria cuando se escucha de esta manera las “voces” animales.
Aunque se trata de una película en la que la dominante es el juego formal, Retrato de propietarios también llama la atención por la manera irónica como está presente en ella la que Bill Nichols llama “modalidad interactiva” o “participativa” del documental. Aunque los realizadores intenten ocultar su presencia, se hace evidente por la respuesta de los animales ante quienes los filman cuando no usan lentes que les permiten mantenerse a suficiente distancia. No se trata de un generoso acto de ceder la voz al otro o de compartir la autoridad textual: la reacción instintiva de los perros cuando se percatan de la presencia de los cineastas es excitarse y ladrarle a la cámara.
Retrato de propietarios se grabó en Japón, España y Argentina, pero esta aspiración a la universalidad está mejor y más económicamente lograda con los efectos de mezcla e interferencia de emisoras de radio. Se redondea con un viejo instrumento musical, el theremin, que connota un futuro de ciencia ficción interplanetaria. Del archivo de las utopías se tomó la voz de Buenaventura Durruti, aunque no para reivindicar el sueño de un mundo que sea como una fábrica manejada por los obreros del sindicato, y no por los empresarios ni por el Partido Comunista. Antes de que lo reiteren los créditos, se identifica la voz, paradójicamente, con un plano de la tumba del ácrata español, aunque la tesis pareciera ser que el anarquismo conserva su vitalidad por confrontación visceral con la civilización del capitalismo.
Hay una contraposición obvia que puede hacerse con un destacado documental latinoamericano reciente: Los reyes (Chile, 2018). El intento de acercamiento a la experiencia animal es más lúcido y contrario aquí a la mirada humanizadora de Bettina Perut e Iván Osnovikoff a la historia de dos perros callejeros en un parque de skate. La película de Maito recuerda así la relación histórica que hay entre el drama y el populismo, pero el impulso juvenil hace de Retrato de propietarios un intento de redención de un radicalismo que el propio realizador, quizás inconscientemente, “sepultó”.
Sección Oficial
Dirección, guion y fotografía: Joaquín Maito
Producción: Romina Belardi, Joaquín Maito
Montaje: Tatiana Mazú, Manuel Embalse
Sonido: Catriel Vildosola
Argentina, 2018