OLHAR DE CINEMA 2015: BALIKBAYAN #1 MEMORIES OF OVERDEVELOPMENT REDUX III DE KIDLAT TAHIMIK

OLHAR DE CINEMA 2015: BALIKBAYAN #1 MEMORIES OF OVERDEVELOPMENT REDUX III DE KIDLAT TAHIMIK

Por Victor Guimarães

Intentando desesperadamente corregir la historia (sin un trípode pero con toda la alegría del mundo)

La resonancia de los títulos no es casual: Balikbayan es una construcción cinematográfica monumental, a la altura del mítico Memorias del Subdesarrollo de Tomás Gutiérrez Alea. Pero si la ambición y el valor estético son equivalentes, el film de Kidlat Tahimik recorrerá caminos formales muy distintos. Hay motivos cercanos – la condición tercermundista, la colonización, la hegemonía que se manifiesta en el lenguaje –, pero el tratamiento dramatúrgico y visual de Balikbayan será algo único y sorprendente. Con una primera parte filmada en 1979, interrumpida por décadas (por problemas de financiación y también porque el director quisiera ver crecer a sus hijos) y retomada hace algunos años, el film se mueve entre una ficción histórica y un ensayo reflexivo, entre un panfleto anticolonialista y una meditación autobiográfica que recorre los últimos 35 años de la vida del cineasta.

El impulso inicial es el de realizar una contra-historia de la primera circunnavegación de la Tierra en 1521 desde la perspectiva del esclavo de Magallanes, el filipino Enrique de Malaca (que sería de hecho el primer hombre a circunnavegar el planeta, ya que su propietario fuera derrotado y muerto por los resistentes de la isla Mactán antes de terminar su trayecto de vuelta al lugar de partida). Bellamente filmadas en 16mm en fines de los setenta, esas imágenes revelan una mise-en-scène lúdica y graciosa, que desconstruye la historia oficial y se dirige a los clichés de la mirada civilizatoria y colonialista, lanzándose en una comedia deliberadamente “pobre” e “imperfecta”. Las escenas narran el proceso de domesticación de Enrique (interpretado por el propio director), desde la ropa hasta el lenguaje, desde el cuerpo hasta los narices de sus esculturas (“20 Platones para la semana que viene”, pide el maestro). Acá resuenan los proyectos del cine imperfecto de Julio García Espinosa y de la estética del hambre de Glauber Rocha, pero siempre desde una perspectiva profundamente autoirónica. La narración en voice over comenta las imágenes, promete planos que no están y reflexiona con buen humor sobre el proceso.

Paralelamente, hay otra historia, que se pasa en el presente, sobre el recorrido de un fotógrafo para encontrar un misterioso escultor (también interpretado por Tahimik). El joven de cabellos largos peregrina por diversas villas, bares, karaokes, galerías de arte, lugares donde encuentra artistas locales y va recolectando pistas del paradero del hombre. A pesar de la gravedad de los temas, todo tiene un rasgo de recorrido alegre, divertido. La mirada sobre la cultura no tiene ningún rasgo de purificación o deseo de protección; es fresca, libre, impura. La secuencia en la cual el fotógrafo encuentra un amigo que está editando un videoclip de una canción del astro local Yoyoy Villame (y en donde vemos las imágenes de Enrique) está entre los momentos más hilarantes que he visto en mucho tiempo en el cine .

Los dos flujos narrativos se contaminan siempre. El montaje opera por resonancias visuales, duplicaciones, cambios de papeles entre los protagonistas, componiendo un movimiento dialéctico que hace que el espectador se mueva de un relato al otro, establezca puentes, imagine conexiones. El encuentro entre el fotógrafo y el escultor marca un supuesto fin del film, pero es entonces que viene lo más impresionante: conjuga imágenes con los más variados orígenes – protestas sociales, diarios de un viaje con su hijo, registros de performances, extractos de otras películas –, el director compone un esplendoroso ensayo sobre la relación entre imperialismo y lenguaje, que apunta a la necesidad de descolonización al mismo tiempo que interviene materialmente sobre la historia de las formas. El remontaje de outtakes de El Enigma de Kaspar Hauser de Herzog (donde Kidlat Tahimik fue actor) es uno de esos momentos fabulosos en que el discurso deja de ser un accesorio y el cine puede pensar por su propia cuenta, en sus propios términos visuales y sonoros.

“Intentando desesperadamente corregir la historia (sin un trípode)”, dice un letrero en la parte final. Seguramente es de eso que se trata – de contra-historia y de reinvención del lenguaje del colonizador desde el sur –, pero Balikbayan es mucho más que un proyecto intelectual que podría ser resumido en esa frase. Es una celebración de los poderes del cine – que parecen infinitos mientras el film transcurre – a cada plano, una suerte de plegaria fílmica en la cual embarcamos como pasajeros de un viaje místico sin rumbo cierto. Muy pocos films pueden convertir a un melancólico en optimista, a un ateo en creyente, por 140 minutos (y quizás un poco más).

Exhibición Especial

Dirección: Kidlat Tahimik
Dirección de Fotografía: Boy Yniguez, Lee Briones,Abi Lara, Santos Bayucca, Kidlat de Guia
Banda Sonora: Los Indios de Espana, Shanto
Dirección de Arte: Kidlat Tahimik
Empresa Productora: Voyage Studios
País: Filipinas
Año: 2015