Por Mónica Delgado
Ganadora del más importante premio en la reciente edición del Festival de Cine de Marsella, Our Terrible Country de Mohammed Ali Atassi y Ziad Homsi es el relato de un exilio en plena guerra de Siria, vigente y que viene cobrando cientos de víctimas ante la inoperancia internacional. El mayor valor de este documental hecho al alimón radica en la inmediatez, en registrar desde el corazón mismo de este conflicto el espíritu de reconstrucción y posibilidad de los habitantes que aún se resisten a abandonar zonas fantasmales, bombardeadas y dejadas en nada.
Los dos jóvenes cineastas apuestan en la primera media hora por un registro periodístico, casi reporteril, en el cual con cámara en mano van mostrando estas ciudades de restos, de edificios partidos a la mitad, con rezagos de una normalidad arrancada, en Douma, al noreste de Damasco. Paisajes de concreto de la devastación mientras algunos personajes van narrando que para lograr la libertad son necesarias consecuencias como estas: ciudades condenadas a desaparecer, cientos de víctimas y miles de familias obligadas a huir. Y es allí que aparece el escritor sirio Yassin Haj Saleh, que vive en Douma junto a su esposa, y que se convierte en la voz moral del relato, ya que es a través de sus impresiones que conocemos los sentimientos ante la pérdida en plena guerra, pero también una mirada ante lo árabe y fundamentalista como sinónimo de terror.
Con el seguimiento que hacen los cineastas a Haj Saleh se produce lo anodino, es decir, lo que aporta el plus a un documental que parecía convencional: asistimos al proceso de exilio del intelectual, de su viaje de Douma a Raqqa y de allí a Turquía. Este viaje, en medio del desierto, que pasa por ciudades y pueblos, tiene el tono de despedida y de preocupación, ya que la esposa del escritor se ha quedado a cientos de kilómetros y en medio de una situación incierta y peligrosa. No solo es un viaje donde la cámara busca captar la desazón del personaje, sino los aspectos que la guerra ha ido cambiando en los habitantes de esa Siria golpeada. Un almuerzo en un restaurante que ha subido los precios (un gran momento del documental en la frontera de lo cotidiano y político), la llegada a la casa del hermano (que demuestra la aparente tranquilidad de las clases medias), o la compra de los pasajes en una agencia (la condición del exiliado), permiten medir la delicadeza con la que los personajes asumen vivir día a día, como si estuvieran viviendo con la certeza que solo los susurros y la tranquilidad pueden evitar disparos o un ataque de bomba.
Our Terrible Country (Siria, Líbano, 2014) muestra en todo momento a la pareja de cineastas acompañando al escritor en su viaje, compartiendo la experiencia del exilio, y también registrando diálogos reflexivos sobre esa Siria que dejan, y que verán luego desde la distancia y la memoria. La esperanza por el cambio de este terrible país, que asumen como propio y real, es el sentido común con el que cierra ese documental que va desde lo periodístico a lo íntimo de modo progresivo, y que propone un ángulo diferente frente a otros documentales (incluso hechos por estos mismos cineastas anteriormente) sobre la Siria en plena guerra.
Directores: Mohammad Ali Atassi, Ziad Homsi
Guión: Mohammad Ali Atassi
Productor: Bidayyat
Productor ejecutivo: Christin Luettich
Fotografía: Ziad Homsi, Saeed al-Batul
Editor: Marwan Ziadeh
Tiempo: 83 minutos