(S8) MOSTRA DE CINEMA PERIFÉRICO 2020: SINAIS ADRIÁN CANOURA

(S8) MOSTRA DE CINEMA PERIFÉRICO 2020: SINAIS ADRIÁN CANOURA

Por Alonso Castro

La sección Sinais (en español “señales”) del (S8) Mostra Internacional de Cinema Periférico de La Coruña, España, se ha caracterizado por visibilizar y destacar la escena actual del cine que producen realizadoras y realizadores que provienen del territorio de la comunidad autónoma de Galicia. A través de este programa, se ha podido acceder a los trabajos de varias personalidades que conformarían lo que la crítica y academia del campo cinematográfico español han nombrado como el movimiento del novo cinema galego.

Han pasado casi diez años desde que empezó a discutirse sobre la constitución de dicha generación de cineastas jóvenes de Galicia, aunque desde 2005 ya se empezaban a dar los primeros indicios que luego se convertiría en uno de los colectivos de creadores y creadoras audiovisuales más importantes de la actualidad del cine español[1]. Sus propuestas cinematográficas trascienden los márgenes del cine, transgrediendo las fronteras de distintas disciplinas artísticas y expresiones estéticas como las artes visuales, el videoarte, la performance, entre otras[2].

Adrián Canoura, a quien dedican el protagonismo de la sección en la XI edición del (S8), también integra a este grupo de cineastas talentosos e innovadores del novo cinema galego. El cine de Canoura, quien nació y vivió parte de su vida en Burela, municipio ubicado en la provincia de Lugo, en Galicia, rescata elementos propios del territorio gallego vinculados con la costa burelesa y algunas zonas rurales de la geografía de esa región española, al igual que muchos de sus coterráneos cineastas.

En ese sentido, el énfasis de la especificidad del lugar de procedencia del cineasta no es gratuito, pues -pese a que para disfrutar de los trabajos no es necesario saberlo- permite comprender con mayor certeza lo que se intuye durante el visionado de algunas de sus películas y piezas audiovisuales, en general: la relevancia que tiene para el autor el territorio y los vínculos sociales que se generan ahí, a partir de poner el foco y registrar algunas prácticas y expresiones culturales, costumbres y rituales del mismo entorno.

Como parte del foco a Canoura se pudo ver, de manera online, los cortos Da morte nace a vida (2019), Rexistros (xeografía de San Sadurniño) (2019), Nistra Batuko – Exploration (2015) y Salitre nas veas (2017), así como los videoclips Adélia (2020) y Muiño (2018), con música Baiuca. Presencialmente, también se pudo ver O porco e o seu espírito (2017). Para este texto, solo se presentará un análisis de las películas exhibidas virtualmente.

Antes de pasar a plantear algunas reflexiones y cuestiones que permitan profundizar sobre las películas, vale la pena rescatar el trabajo de curaduría por el festival en la medida que permitió no solo descubrir a un autor con una propuesta versátil y refrescante por los distintos registros que se plasman en sus trabajos, sino también por el diálogo que se generó con el cineasta en vivo por streaming. Entre cada proyección se estableció una conversación que enriqueció la comprensión y aproximación a cada visionado, lo cual se complementó, hacia el final, con una muestra del trabajo del realizador con dispositivos analógicos y digitales de video.

Sobre la impronta del juego en el registro y creación audiovisual

Los cortometrajes de Canoura podrían caracterizarse por manejarse en la impronta de la improvisación al momento de registrar las imágenes que luego formarán parte de sus películas. Sin embargo, ese aspecto de jovialidad se traduce también en el uso de distintos artefactos y texturas digitales y analógicas que componen los trabajos del autor.

En Rexistros (xeografía de San Sadurniño), lo que podría haber sido un simple trabajo documental -o más precisamente no ficción- adquiere una relevancia indudable al momento de enfrentarse qué registrar con la cámara y, al mismo tiempo, cuando se realiza el montaje de lo que se proyectará finalmente. Canoura viaja a San Sadurniño, una localidad rural de La Coruña, registrando el entorno y su geografía que se convertirán en protagonistas. La película se compone de sonidos e imágenes con tintes coloridos que recrean dicho territorio no en un sentido plano, sino que aportan a la construcción de una representación de formas más bien abstractas, creando una poética particular y muy singular de lo retratado.

Algo similar ocurre con Salitre nas veas. En esta ocasión, lo que se observa es una incursión al mar con la finalidad de acompañar a familiares para pescar. El retrato del viaje se torna etéreo e íntimo: se muestra el devenir de la embarcación mar adentro, donde los retratados, entre gestos mínimos, interactúan en busca de pescar algún pez. Es cierto que, en este cortometraje, a diferencia del anterior, la experimentación visual no es tan elaborada; sin embargo, la superposición de imágenes de las personas en el bote y las olas del mar genera una sensación fantasmal y siniestra que se refuerza con la música de fondo. Con ello, se produce una alegoría en torno a las tensiones que se producen entre la vitalidad del movimiento del mar y la pretensión de los seres humanos por dominarlo.

La experimentación del lenguaje audiovisual a través de la apropiación de material fílmico

Adrián Canoura maneja con fluidez, basándose en la deriva espontánea, distintos registros visuales y maneras de retratar la realidad a través de distintos dispositivos tecnológicos -ya sean estos digitales o analógicos- para representar diversas geografías y los vínculos entre estas y las personas. Tal como dijo en la entrevista que le realizaron en esta edición del (S8) Mostra de Cinema Periférico, su proceso de trabajo también se ve atravesado por la impronta de guiarse más por la intuición que por el registro programado de lo que filmará con su cámara, lo que le proporciona un aspecto lúdico en la experimentación audiovisual.

En ese sentido, películas como Da morte nace a vida o Batuko – Exploration se caracterizan por haberse montado a partir de la apropiación de material fílmico como  el reciclaje de videos encontrados en internet. En el caso de Da morte nace a vida, producida en el marco de CINEGALICIA se hace uso de algunos extractos de la película Urxa (1989), Carlos Piñeiro y Alfredo García Pinal, recreando un nuevo relato místico y experimental tanto estético como narrativamente. Canoura emplea el uso de imágenes en movimiento que proyectan círculos de diversos colores, producidos por el empleo de sintetizadores de imagen analógicos y digitales, que van desde los más oscuros a los más claros, sirviendo como metáfora de transición entre lo representado como muerto y lo vivo: así se representa un acto-ritual a través del cual se genera vida a raíz de la muerte.

Por su lado, el cortometraje Batuko – Exploration tiene una composición híbrida: se usan imágenes de videos hallados en internet (principalmente de Burela y Nueva York en los ochentas) y otras son producto del registro de la misma cámara de Canoura. La apropiación de material audiovisual permite representar el pasado y el presente de la migración de población africana en Burela. De nuevo, podría tratarse de un documental más convencional, pero el uso de un montaje lúdico -tanto en sonido como imagen- genera una experiencia que apela a lo sensorial. El empleo de la música electrónica de Nistra, así como las imágenes alteradas por la superposición de estas o la distorsión a través de los sintetizadores de imagen, recrean lo mostrado: deja de ser un documental plano para convertirse, por momentos, en un videoclip o un lienzo de imágenes dinámicas, mezclando texturas y ritmos que dinamizan la narración de los cambios acontecidos en Burela, en los últimos treinta años, en torno al proceso migratorio de población africana y el impacto en la sociedad de esa ciudad.

Entre lo analógico y lo digital: creación de narrativas y texturas híbridas

Finalmente, al igual que en Batuko – Exploration, los videoclips exhibidos que fueron elaborados para Baiuca, por Canoura, reflejan la versatilidad del realizador de saltar de un registro al otro. Tanto en Adélia como Muiño, se explota con mucha fluidez el uso de dispositivos tecnológicos como los sintetizadores de imágenes y sonido que generan mixturas entre lo analógico y lo digital.

Adrián Canoura se vale de la música para generar ritmos en las imágenes en movimiento de lo que se observa en cada videoclip. Al mismo tiempo, el director gallego aprovecha la posibilidad de generar colores y texturas visuales que complementan a lo sonoro, lo cual remarca con mucha espontaneidad el carácter lúdico y fresco de sus montajes y piezas audiovisuales.

Notas

[1] El concepto de ‘Novo Cinema Galego’ fue acuñado, en 2010, por los críticos españoles José Manuel Sande, Martin Pawley y Xurxo González (Xurxo Chirro). Véase con más detalle en Loureda, Carlos (2020). “Descubre el apasionante novo cinema galego. En Fotogramas. Visto: 06 de octubre de 2020.

[2] Revisar la página del colectivo para visualizar la cronología del movimiento, sus representantes y aproximarse a su amplia producción cinematográfica.