Por David S. Blanco
Llegamos al final del festival, y eso se nota. FlojÍsima jornada en la que solo destaca uno de los grandes candidatos a la Concha de Oro, Isaki Lacuesta.
Entre dos Aguas, de Isaki Lacuesta
Secuela de la notable La leyenda del tiempo (2006), en la que Isaki Lacuesta retraba con un rigor casi documental, la vida de Isra y Cheito, dos jóvenes gitanos y las penurias del día a día que les rodea. Doce años después, Lacuesta vuelve a la vida de estos hermanos, para mostrarnos las consecuencias de sus actos y como el peso de la vida ha caído sobre ellos. Pero el director no les juzga. Solamente los muestra tal y como son. No toma partido emocional, ni intenta manipularte. De nuevo, con una cámara que flota en el ambiente, y con planos muy cerrados de nuestros protagonistas, nos sumerge en una historia de 140 minutos de miseria, trapicheos y redención, con una fotografía desaturada, y música compuesta por Kiko Veneno. Este tratamiento formal, lejos de ser novedoso, si que destaca en una competición mucho mas enfocada en la ficción, y que tiene a esta cinta, como una de las favoritas en la carrera por la Concha de Oro, y más si conocemos, la admiración por la España mas profunda de Alexander Payne, el presidente del jurado de esta edición. Como Boyhood, pero a la española.
Cold November, de Ismet Sijarina
Estamos ante otra pieza de la sección Nuevos Directores, que de nuevo ofrece bien poco. La eterna historia de represión de los años 90 en Yugoslavia, tapizado con un barniz de contención formal y poco interés artístico, de esas piezas que parecen destinadas a recordar las miserias, pero antes de poder llegar a simpatizar con el espectador, y desarrollar correctamente su dualidad moral, este ya está fuera de una historia, que tienes la sensación de haber visto cientos de veces, simplemente, se ha modificado el espacio. Bastante insustancial.
Gigantes, de Enrique Urbizu
Y acabamos el día con Gigantes, la nueva serie de Movistar +. Pudimos disfrutar de los dos primeros capítulos, y la mezcla de sensaciones fue intensa. Por un lado, a nivel de tramas que conforman el guion de una temporada, la serie funciona muy bien. Al menos, en los dos primeros capítulos, se abren arcos, se desarrollan personajes, y se crean espacios capitales para que al menos, haya metraje de calidad en los capítulos venideros. El punto negativo lo encuentro en la dirección, donde Urbizu parece obcecado en el uso de planos espectaculares pero sin valor narrativo, que lleva ciertas secuencias con algunos personajes a unos niveles impostados bastante desagradables, y sobre todo, porque tiene el honor de haber filmado la escena más lamentable de todo lo que he podido ver en esta edición. Gigante es interesante, y demuestra que Movistar +, puede ponerse a la altura de las grandes en cuanto a producción, pero el resultado estético no es todo lo fino que cabría esperar de una gran producción, y esto, es una lástima.