Por Mónica Delgado
Samuray-S está trabajada desde el concepto de la progresión hacia la disolución de lo líquido como textura o yuxtaposición, ya como clima, atmósfera o reflejo de la sensibilidad de los personajes. Una lluvia que baña varios planos, permanente en gran parte del metraje, que incluso va chorreando, cayendo como gotas de lluvia sobre una ventana o plano avejentando las imágenes, pero que conforme va avanzando el metraje se va «limpiando» o secando, dejando a los personajes desnudos en la imagen misma, sin el tamiz de este nubarrón que todo lo descompone. Lo que es deterioro simulado de película, como si se tratara de un viejo film no restaurado, (sabemos que Raúl Perrone filma todo en digital o video y es en ese formato que utiliza efectos para lograr texturas de cine mudo de los inicios del cine), pareciera seguir un curso extremo de la lluvia, que marca la naturaleza y destino de los personajes.
Y este metáfora de la lluvia que transforma, baña y limpia, y que pareciera que Perrone asume como estética, es plasmada mediante una progresión reconocible a lo largo de las tres historias y en sus protagonistas. En la primera historia, los amantes trágicos, con los cabellos revueltos, las pelucas desordenadas, los maquillajes en los rostros blancos que imitan a los actores del teatro japonés más canónico casi a punto de desfallecer, como si esa «lluvia» en la imagen yuxtapuesta impidiera cualquier asomo de verosimilitud. Lucen grotescos, lívidos, teatrales, hipergestuales, corroídos por esta lluvia que los consume. En la segunda historia sucede también esta estética, pero ya los personajes no requieren poco a poco ese maquillaje que oculta o enfatiza la expresividad de sus caras. Y en el tercer episodio, el samurái ciego y herido, ya casi no necesita esta suerte de máscara, puesto que la «lluvia» ya está casi disipada.
En el mundo de Samuray-S hay todo un imaginario de lo decadente que no está muy claro en los films anteriores y más recientes de Perrone, pero que aquí son explorados abiertamente en su pesimismo y redención. Como señalan los subtítulos dentro del andamiaje del film silente, existe polaridades en este mundo extraño, de buenos y malos, de jóvenes y viejos cansados, perdidos y a la vez pasionales. Hay geishas y samuráis, hay regentes de prostíbulos y ancianos decrépitos, pero todos bajos el influjo de ese clima que repara o condena. Y en este viaje líquido, el mar también ocupa un plano tan simbólico como esta lluvia yuxtapuesta.
Samuray-S es la película más compleja de Raúl Perrone, que afianza una opción formal experimental que extrae motivos del cine mudo más expresionista. Si en Favula asomaba Mélies o Segundo de Chomón, en este film extremo de más de cien minutos aparece la necesidad de primeros planos contundentes de rostros, manos, pies en estallido o plenitud, que fácilmente remiten al cine de Eisenstein o Pudovkin, a pesar de toda esa ascendencia del Kabuki, y que al final de cuentas no es su referente.
Director: Raúl Perrone
Productora: Les envies que je te desire, Trivial Media, Peliculas Antiautor
Guión: Raúl Perrone
Fotografía: Raúl Perrone, Patricia Lagomarsino, Alejandro González
Sonido: Raúl Perrone
Música: Juan Marco Litrica, Dj Negro Dub, Che Cumbe
Edición: Raúl Perrone
Reparto: Ornella Retro, José Maldonado, Miguel Sirna, Tony Alba, Guillermo Quinteros, Agus Guiraud, Alejandro González, Ángeles Esles, Marco Pax, Patricia Pazf