(S8) MOSTRA DE CINEMA PERIFÉRICO 2020: FLORES ENCONTRADAS Y NATURALEZA MUERTA

(S8) MOSTRA DE CINEMA PERIFÉRICO 2020: FLORES ENCONTRADAS Y NATURALEZA MUERTA

Por Mónica Delgado

Como parte de la sección Flor de un día, que sintetizó el motivo esencial que dio atmósferas y color a la XI edición del (S8) Mostra Internacional de Cinema Periférico, nos abocamos a dos programas que tuvieron una versión online: Flores encontradas, con tres trabajos de Julieta Averbuj, Janie Geiser y Julie Murray, y Naturaleza muerta, con cortos de Erica Sheu, Shiloh Cinquemani y Jodie Mack.

En la proyección de la edición presencial de esta muestra, se pudo ver además trabajos emblemáticos de Rose Lowder, Stan Brakhage o Nathaniel Dorsky que aportaron a esta panorámica intergeneracional y variada del experimental interesado en explorar las imágenes de la naturaleza, en particular las botánicas, de flora plena de color desde la luz y el movimiento.

La exploración de este tipo de imágenes ha sido un interés recurrente en cineastas de diversas generaciones, y la muestra deja en claro la intención de mostrar una diversidad de técnicas, desde el cine sin cámara, el collage, la apropiación, o el registro sobre todo de planos muy cercanos, que permiten transmitir una experiencia sensible, de olores, auscultaciones y texturas.

En estos cortometrajes, la figura de las flores permite traducir la naturaleza del mundo. Como en el trabajo de la neoyorquina nacida en Irlanda Julie Murray, I began to wish… (2003), donde une dos documentos, una ficción hecha con fines educacionales en los años cincuenta, de un niño que acompaña a un anciano a ordenar un invernadero de orquídeas que ha sido destruido a punta de pedradas; y otra, un documental científico sobre el florecimiento de las flores.

El planteamiento de Murray en I began to wish… es prodigar de sentido a estas escenas que parecen contar historias concretas. Un niño que apesadumbrado ayuda a recuperar un lugar lleno de vidrios y macetas destrozadas, y planos cercanos de frutos y flores en pleno proceso de florecimiento. A partir del revelado en reversa, es que ambos materiales son traídos a la vida, negando las acciones originales, y para transformarlas en este nuevo orden. Desde algunos intertítulos que aparecen para darle una “narrativa”, la cineasta completa este nuevo sentido marcado por los movimientos invertidos. Por ejemplo, asoma una frase desconcertante dicha por el niño: “Pronto deseé que mi papá me hubiera matado”, que marca un tono macabro a esta atmósfera onírica de tiempo que retrocede. De esta manera, la cineasta va articulando las dos películas, en un montaje que usa como regla el tiempo en reversa, haciendo que todas las acciones luzcan extrañas, mucho más en los momentos en que las flores parecen resistirse a florecer y vuelven a su identidad anterior, como una metáfora de resistencia a este mundo poco amable.

En Plantas trepadoras (2013) también aparece una mecánica, pero contenida en la relación matérica de los films usados. Aquí la cineasta y fotógrafa argentina radicada en Barcelona, Julieta Averbuj, recupera un registro de intención pedagógica de mantenimiento de plantas enredaderas, en 16mm, que luego revela en formato 35 mm, dejando evidencia de la materia misma del formato original “trepado” en esta nueva vida que le provee otra morfología. Un ejercicio de técnica que combina muy bien con esta metáfora de formatos mutantes. En cambio, en Cathoden garden (2015), Janie Geiser mantiene las marcas y elementos que ha configurado a lo largo de toda su obra, donde la imagen en negativo y el sonido subvertido proponen ambientes anacrónicos. Sin embargo, hay una intención de ir hacia el reverso del mundo, como en el corto de  Julie Murray, desde este jardín catódico, de densidades y oscuridades, donde personajes parecen transitar entre huellas de universos botánicos y anatómicos de tiempos pasados.

En los planos que Geiser elige en Cathoden garden para mostrar este submundo, de cantos al revés y de fantasmagorías que se desvanecen, encontramos un ritmo desde la oscuridad, una suerte de limbo, como territorio de vida, que cobija y permite emerger estos restos de tiempos pasados de vez en cuando.

Como parte del programa online Naturaleza muerta, vimos Narcissi (2013) de la artista estadounidense Shiloh Cinquemani, que muestra a través de diversos planos fijos de un ramo de narcisos la posibilidad de lo coreográfico, desde la intermitencia y el inevitable efecto del flicker. Distancias y ritmos, pero a la vez el seguimiento al curso del día, desde luminosidades y atardeceres, que van modelando la naturaleza de estos objetos desde sus variaciones y desde los interiores de un departamento. Y en un polo opuesto a este tipo de indagación de la figura básica de “la naturaleza muerta”, aparece el corto de la taiwanesa Erica Sheu, Transcript (2019) que muestra el proceso de florecimiento desde la metonomía, que va dejando a la adivinación un todo, que no es nada más que la puesta en escena de un artificio. Es decir, se trata de un homenaje a un corto de  Shuji Terayama A Woman with Two Heads – A Shadow Film (Nito-onna: Kage no Eiga, 1977), donde las sombras y el modo de captarlas se convierte en la médula de la representación. Esta transcripción de personajes, de elementos, de punto de vista (que en Terayama tenía un gran componente de teatralidad o teatro de cámara), se ve aquí reflejado en un tratamiento y tratado sobre el objeto de contemplación.

En Transcript, la luz es elemento que permite y controla esta materialidad de las sombras, que se definen desde el enfoque, que la cineasta va modulando. Y esta transcripción no se queda en la simple cita o evocación, sino que Sheu imprime luego estas sombras en papel de impresión solar y las coloca en una posición que las compara con el objeto de observación y de experimentación: una pequeña planta que empieza a dar sus pequeños frutos. La sensación de haber estado ante el influjo de un haiku.

Este programa cerró con uno de los recientes trabajos de Jodie Mack, su WASTELAND NO. 2: Hardy, Hearty, que fue comentado en desistfilm en un texto de Pablo Gamba.  Fiel a su estilo, Mack va montando con ludismo un imaginario de plantas, flores y cubos de hielo, donde los brillos permiten traducir una textura gelatinosa en una metáfora sobre la vida limitada o pasajera. Este segundo episodio de su serie Wasteland muestra a Jodie Mack persistiendo en algunos elementos juguetones que marcan el centro de sus indagaciones formales. Y aquí parece haber una summa de todos los programas vistos en estos jardines lúdicos y catódicos del (S8), donde los colores, las variaciones y los símbolos sobre la vida y la muerte desde el ciclo finito de las plantas, cobran un sentido certero para profundizar sobre la misma materia del film y sus posibilidades.

PLANTAS TREPADORAS | Julieta Averbuj, 2013, 35mm, 2 min
CATHODE GARDEN | Janie Geiser, 2015, video, 8 min.
I BEGAN TO WISH… | Julie Murray, 2003, 16mm, 5 min.
NARCISSI | Shiloh Cinquemani, 2012, 16mm, 2 min.
TRANSCRIPT | Erica Sheu, 2019, 35mm, 3 min.
WASTELAND NO. 2: Hardy, Hearty | Jodie Mack, 2019, 16mm, 7 min.