Por José Sarmiento Hinojosa
(English version here)
Imaginar posibles futuros como acto de resistencia. Las ficciones especulativas como alternativas de pensamiento decolonial son una práctica bienvenida en la región en la última década, especialmente si pensamos en la obra que ha salido de estas iniciativas: filmes notables como Anhell69 de Theo Montoya (2022) o Mato Seco en Chamas de Adirley Queiróz y Joana Pimenta (2022) filmes que trabajan sobre la reconfiguración de lo simbólico, que imaginan líneas paralelas de tiempo en donde las resistencias se dan a través de “fantasmagorias eróticas” (Valentina Giraldo sobre Anhell69) o “arcadias perdidas” (como es el universo regido por mujeres de Mato Seco en Chamas.
En el caso de Oriana (2022), Beatriz Santiago Muñoz se abstrae bastante más en la recreación de su ficción para mostrarnos a una banda feminista en el paisaje portoriqueño, en un futuro imaginario donde la lucha feminista cobra dimensiones militantes y el escenario a imaginar representa una realidad donde este tótem patriarcal ha sido decapitado. Luego de la batalla, las mujeres de Santiago Muñoz proponen nuevas prácticas de formas sociales, que parten de lo simbólico (tatuajes y pinturas corporales con las que decoran los cuerpos) hasta formas de convivencia, ensayo de lenguajes y formas nuevas de existir de una manera telúrica, recogiendo la energía de la tierra y canalizándola como vehículos de carne y hueso.
Es esta forma simbólica la que convierte a Oriana en un ficción tan sugerente: en la batalla por apropiar lo simbólico, no quedan mayores narrativas que las de la propia vida, una especulación de modos de vida donde la performance, la música, el ritual, la poesía, toman control de todo. Por ello, los episodios en el filme de Santiago Muñoz no siguen una secuencia lógica ni decantan en una narración estructurada, mas bien se encuentran flotando como parte de un éter que nos invita a intoxicarnos. El filme, imaginado desde la novela Les Guérillères de Monquique Wittig, sigue esta estructura episódica, experimental, que luego se traslada al aspecto material del mismo filme, con intervenciones en pantalla que recuerdan al filme informalista Somnambulists (1958) de Mieczyslaw Waskowski. Sin embargo, inclusive en las partes más abstractas del filme, hay una firme convicción por apostar desde lo cósmico/telúrico, de imaginar desde una conciencia donde la revolución decolonial es también tomada por un respeto y cuidado, una relación inmanente con la tierra.
Esta banda feminista de Oriana, está compuesta por un cast de colaboradoras de Santiago Muñoz. Con notables performers, dj’s, poetas, artistas; hay un peso singular en los personajes del filme portoriqueño, que imaginamos abre muchos aspectos del mismo a la improvisación, a lo trabajo con lo sensorial como posibilidad de movimiento feminista decolonial. Esta decolonialismo que también ensaya nuevos afectos con la naturaleza y la transformación de los cuerpos en vehículos de fuerza telúrica, se ve también denotado cuando la banda del filme ingresa a estos espacios industriales, a habitar zonas de un teatro, o sala de cine, donde también imaginan sus ritos o convivencias. Un momento notable del filme ocurre al ingresar a la sala, a la cual ingresan con desconfianza para después despojarse de alguna de sus prendas, dormir, realizar los rituales de limpieza de la ropa, etc, desconfigurando el aspecto ideológico de la sala de cine para convertirlo en algo distinto, como apropiarse de este influjo que dictaba Barthes de una forma distinta, donde el cine ya no está presente.
Oriana desborda su potencial de filme anticolonial con estas imaginaciones febriles que son parte de la ideología revolucionaria que ensaya formas ajenas al pensamiento de occidente, donde la política del cuidado, del afecto, pero también la política de la rabia, de la militancia, son posibles. Y en estas arcadias imaginarias, reside la potencia de un filme como el presente y la posibilidad activa (y realidad) de este nuevo cine latinoamericano y del caribe.
By José Sarmiento Hinojosa
Imagining possible futures as an act of resistance. Speculative fictions as alternatives of decolonial thought are a welcome practice in the region in the last decade, especially if we think of the work that has come out of these initiatives: notable films such as Anhell69 by Theo Montoya (2022) or Mato Seco en Chamas by Adirley Queiróz and Joana Pimenta (2022) films that work on the reconfiguration of the symbolic, that imagine parallel timelines where resistances occur through “erotic phantasmagories” (Valentina Giraldo on Anhell69) or “lost arcades” (as is the universe ruled by women in Mato Seco en Chamas.
In the case of Oriana (2022), Beatriz Santiago Muñoz is much more abstract in the recreation of her fiction to show us a feminist band in the Puerto Rican landscape, in an imaginary future where the feminist struggle takes on militant dimensions and the scenario to be imagined represents a reality where this patriarchal totem has been decapitated. After the battle, the women of Santiago Muñoz propose new practices of social forms, starting from the symbolic (tattoos and body paintings with which they decorate their bodies) to forms of coexistence, testing languages and new ways of existing in a telluric way, collecting the energy of the earth and channeling it as vehicles of flesh and blood.
It is this symbolic form that makes Oriana such a suggestive fiction: in the battle to appropriate the symbolic, there are no narratives left but those of life itself, a speculation of ways of life where performance, music, ritual, poetry, take control of everything. For this reason, the episodes in Santiago Muñoz’s film do not follow a logical sequence, nor do they decantate into a structured narrative, but rather they are floating as part of an ether that invites us to become intoxicated. The film, imagined from the novel Les Guérillères by Monquique Wittig, follows this episodic, experimental structure, which is then transferred to the material aspect of the film itself, with on-screen interventions reminiscent of Mieczyslaw Waskowski’s informalist film Somnambulists (1958). However, even in the most abstract parts of the film, there is a firm conviction to bet on the cosmic/teluric, to imagine from a consciousness where the decolonial revolution is also taken for a respect and care, an immanent relationship with the earth.
This feminist band in Oriana is composed of a cast of Santiago Muñoz’s collaborators. With notable performers, dj’s, poets, artists; there is a singular weight in the characters of the Puerto Rican film, which we imagine opens many aspects of it to improvisation, to work with the sensory as a possibility of decolonial feminist movement. This decolonialism that also rehearses new affections with nature and the transformation of bodies into vehicles of telluric force, is also denoted when the film’s band enters these industrial spaces, to inhabit areas of a theater or movie theater, where they also imagine their rituals or coexistence. A remarkable moment of the film occurs when they enter the theater, which they enter with distrust to later strip off some of their clothes, sleep, perform the rituals of cleaning clothes, etc., deconfiguring the ideological aspect of the movie theater to turn it into something different, like appropriating this lure that Barthes dictated in a different way, where the cinema is no longer present and is a space for a different social contract.
Oriana overflows its potential as an anti-colonial film with these feverish imaginations that are part of a revolutionary ideology that rehearses forms alien to Western thought, where the politics of care, of affection, but also the politics of rage, of militancy, are possible. And in these imaginary arcadias lies the power of a film like this one and the active possibility (and reality) of this new Latin American and Caribbean cinema.
ORIANA
Dirigida por: Beatriz Santiago Muñoz
Puerto Rico, 2022