Por Mónica Delgado
La sección Sinais en Curto de la 7°edición del [S8] Mostra de Cinema Periférico permite valorar el estado del cortometraje dentro de la nueva corriente de cine gallego, porque a pesar de la ascendencia y diversidad de los cineastas, hay un sentido común que va ganando terreno, en ese tránsito entre memoria, persistencia, tradición frente a su dispersión, olvido o mutación. Si bien todos los trabajos presentados mantienen un estilo distinto y personal entre sí, hay similitudes temáticas, pero quizás porque algunos cortos fueron hechos en el marco del Chanfaina Lab, encuentro anual de cineastas que se desarrolla en el municipio de San Sadurniño en La Coruña, y que parte del motivo del paisaje rural para inspirar durante los dos días del evento.
La selección de este año se propone redonda, manteniendo un nivel alto entre los trabajos, ya sea a partir de un trabajo rodado en 16 mm o en Super-8, digital, o desde la intervención experimental del fotograma.
Jeanette de Xurxo Chirro precisamente se centra en la figura de su protagonista, una adolescente que mira todo el tiempo a la cámara, pero no con una intención explícita de “hablar” al espectador, sino que a través de esta ruptura de la cuarta pared, se plasma una mirada de su interioridad, como si la cámara (o nosotros) fuésemos su reflejo. Y este tipo de contacto “face to face” es que Jeanette nos habla mientras su madre la recrimina, visita a la abuela o tiene su primera cita. Este nexo de lo íntimo con un otro es lo que hace de este cortometraje de Chirro una experiencia inusual, sobre todo porque se percibe la intención de auscultar qué es lo que contiene estas miradas, ese deseo de transacción que no se cumple del todo.
Por su parte, el cortometraje Homes de Diana Toucedo es una lograda elegía por los ausentes de la guerra civil española, pero está narrado a partir de cuatro impresiones de mujeres, que deambulan por sus cocinas, espacios de lo femenino de antaño, como si fueran fantasmas. En Homes hay tres partes, aquella que observa a las mujeres mayores en las cocinas mientras reflexionan o esperan, en la siguiente, cuando salen de ese espacio para contemplar el cielo, y una final, donde se pierde esta materialidad, debido a la yuxtaposición y opacidad que usa la cineasta para darle una naturaleza de lo etéreo a estos personajes, y se recurre al sonido para recoger testimonios de estos hombres que no regresaron jamás, mientras la cámara registra el paisaje en movimiento.
Toxos e flores de Lucía Vilela (hecho en Súper-8 y transferido a video) parte del paisaje pero para ir “deconstruyendo” un imaginario de bosque para llegar a la soberanía de la estepa o de la lejanía. En casi cinco minutos, Vilela explora lo frondoso para ir a lo desnudo, pero lo hace desde la textura de la madera cortada, de las tejas en los techos de las casas, de las copas de árboles, y que siguen la cadencia de tambores del tema Mociños de Igrexafeita, una canción popular que precisamente permite una atmósfera de ritmos. La textura del Súper 8 y el ritmo que podría remitir a un videoclip, componen una mirada contundente sobre el paisaje, desde el fragmento y dentro de la fascinación.
En Subida ao cerro de Gonzalo E. Veloso, hecha en video, es evidente la indagación de las formas, a punta de sobreimpresión, desde el seguimiento a una chica y sus amigos mientras realizan una excursión. Veloso logra abstraer desde los recursos del digital, actos repetitivos y yuxtapuestos, que vuelven lo real, el campo, el paseo, en una experiencia alucinada: una perspectiva de “trip”.
Miguel Mariño logra en Tempo da mazá registrar a un grupo de mujeres y niñas comiendo una manzana en medio del campo. Este acto que se registra de distintas maneras, se hace cambiante desde la subversión del soporte, jugando con lo real y su reverso, y en esta intervención del fotograma de 16 mm en un cómplice de esta búsqueda formal.
Por otro lado, agruparía a otros tres trabajos bajo un espíritu similar, que buscan enfrentar o comparar el paso del tiempo con el cambio del paisaje o la memoria. En Materia Prima, Natalia Porca ubica el testimonio de una voz en off que va indagando en recuerdos y en la transformación de lo rural, mientras que en Beleza do Verán, de Mar García apunta al ludismo como acto de rebelión ante la posibilidad de preservar lo natural en medio de lo natural, como si esta redundancia implicara una mirada sardónica o cínica (sembrar una flor en medio de un bosque o cerca a él). En Trazos de Alberte Branco, el 16 mm también adquiere una textura de experiencia y memoria, al recuperar un grupo de declaraciones de habitantes sobre cuál es el espacio más entrañable de su infancia o pasado, armando así confesiones y miradas sobre el entorno.
Punto aparte es el corto de animación Historia Cerebro de Borja Santomé Rodríguez, quizás uno de los trabajos más estimulantes, hecho en tinta sobre acetato, porque trata de una visión pesadillesca de lo policial, logrando un corto de “género” bajo una forma oscura y decadente, pero plena de libertad y creatividad.
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