Por Juan Carlos Lemus
Durante Festival International de cine de Berlín tuvimos la oportunidad de ver la película Raíz del director peruano Franco García Becerra, en la sección Generación Kplus. Raíz fue grabada en las alturas de los Andes peruanos, en una comunidad indígena y campesina que habla quechua, cuyo protagonista es Feliciano (Albert Merma), un niño que sueña con ver el partido de su selección en la clasificación al Mundial. Raíz es una película que habla de resistencia y de neocolonización. Para bien y para mal está el fútbol, cómo pasión, y está la minería, controversial e impuesta como forma de progreso para una comunidad; y también vemos una cosmovisión y una manera de relacionarlos muy diferente a lo que se acostumbra para el resto de los latinoamericanos occidentalizados. En el marco de la Berlinale tuvimos la oportunidad de hablar con su director, en una entrevista para el pódcast de Cine con Acento, y que se transcribe aquí para Desistfilm.
Juan Carlos Lemus: Antes de hacerla, le doy el contexto de mi pregunta. Hay una canción que hacen Los Toscos, una banda bogotana, con Carmelo Torres, uno de los pocos acordeoneros que todavía hace cumbia con su instrumento. La canción cuenta la historia de una persona de la capital que llega a la región norte de Colombia a preguntarle a sus habitantes cómo él puede hacer la música que ellos hacen, qué es algo así como lo que la banda está haciendo. Supongo que usted es de la capital y guardando las mezclas respectivas, usted es más blanco que indígena y los está filmando. ¿Cómo y por qué se interesó en mostrarlos en esta historia?
Franco García Becerra: Bonita la historia de la banda. Yo soy del Cusco. Mi familia es del Valle Sur, del pueblo de Huaro, y que se ubica en el mismo camino a la zona del Ocongate donde hemos grabado la película. Por más que Raíz se haya realizado en Cusco, Ocongate está a 3 horas de distancia del centro de la ciudad. Podemos ser andinos, pero somos distintos y tenemos lejanías. En el Cusco tengo la oportunidad de ver las costumbres de los abuelos, la cotidianidad de los apus, y tener la cosmovisión andina muy presente, tener la historia cusqueña viviendo contigo todo el tiempo. Cuando me llega la historia escrita por Annemarie Gunkel y Alicia Quispe y me proponen hacer la película, fue una conexión inmediata. Por la visión de un niño, por la visión del fútbol y la visión de los temas ambientales. No me fue ajeno para nada, pero tampoco estoy diciendo que soy un comunero. Aunque seamos de distintos lugares nos vemos como iguales. Existen diferencias, definitivamente; porque existen diferentes tipos de acceso a las oportunidades, como en Latinoamérica, no lo vamos a negar. Pero no me sentí abrumado.
Cuento ahora el tema de los elementos. Es muy importante el viento, el agua, el fuego, las montañas en la película. Yo guardo respeto a todo eso y me fue muy natural plasmarlo. Mi mamá es quechuahablante; pero yo soy de una generación en la que en la ciudad no se hablaba quechua. Para nosotros el juego cotidiano es en quechua y mi mamá me habla en quechua; pero solo palabras, frases. No es que en el colegio haya yo hablado quechua con todos tampoco. Al hacer la película, todo el crew, la gente delante de cámara y mucha gente de detrás de cámara son quechuahablantes. Fue muy mágico estar trabajando en el idioma de mis ancestros. Y sí, tenemos visión occidental, definitivamente; pero también fue una búsqueda, un descubrimiento acercarme al idioma. Acercarme a otras costumbres, otras historias; eso es un descubrimiento. Pensé “lo vamos a descubrir juntos”.
Juan Carlos Lemus: Creo que por su misma situación pasamos todos los que somos mestizos; porque no somos ni de aquí ni de allá. Y mientras nosotros tenemos que quitarnos capas de impuestos deberes (cómo tenemos que hablar o vestirnos), de negaciones (negar nuestra música; preferir el post punk a una cumbia, preferir a Scorsese que algún director latinoamericano), las personas de pueblos originarios tienen esta fuerza y resistencia a pesar de tanta blanquitud que les ha pasado por encima y le sigue pasando, y en el caso de la película, desde la imposición de una minera. Resistencia y negociación de ellos a colonizaciones mentales, como cuando uno de los suyos ve el progreso a través de la minera. ¿Cómo relaciona esa resistencia que se ve en su película con la cosmovisión de ellos y la relación que ellos tienen con los elementos mencionados?
Franco García Becerra: Hay algo que uno se encuentra hoy, que es el orgullo, y que cada vez es más fuerte. Posiblemente hace unos años sí encontrabas que la gente, cuando ibas a ciertos lugares, agachaba la cabeza, ahora no. Tanto los indígenas como nosotros los cusqueños de cuando íbamos a Lima agachábamos la cabeza. Y ahora vamos bien orgullosos de quiénes somos y eso se está multiplicando en general. También está el tema de las otras religiones. Lo que se recibe viviendo allí, pero se empieza a importar otras ideas. Hay de todo.
Tuve la oportunidad de estudiar Antropología por un año en la universidad del Cusco y la dejé por el cine. Allí tuve un profesor y le preguntábamos por el quechua que se estaba perdiendo. Él dijo “podrá haber muchas ayudas para lograr preservar el lenguaje, pero quien lo debe preservar es uno mismo. Si ese grupo mismo no se fortalece para que él mismo fortalezca sus costumbres, su idioma, entonces se va a perder. Y si se pierde, pues, se perdió”. Pero hoy está pasando todo lo contrario. Hay un tema de valorización. En los colegios de las comunidades ya se enseña en quechua y en la ciudad ahora se está enseñando el quechua. Algo que a mí no me pasó. Hay una revalorización y algo de orgullo de reconocer quiénes somos, o quiénes son, y eso le da fortaleza a la película. Y no se puede negar que dentro de estos lugares hay gente que tiene otra visión qué quiere otras cosas ante esta falta de oportunidades.
Juan Carlos Lemus: Hay cuestiones que proponemos que funcionarán, pero tenemos que ver cómo se hacen allá. El ejemplo está en la relación del niño con el fútbol, que no es un deporte surgido en Latinoamérica, pero nos lo hemos apropiado y lo vivimos como lo vivimos: intensamente. El fútbol para nosotros es una religión. Sígame contando sobre este tema de identidad, cómo y cuándo se llegó en el Perú al orgullo de ser desde las tradiciones, los antepasados, la lengua. En Colombia, que lo habitan muchas naciones, también está pasando.
Franco García Becerra: No sabría decirle en qué momento. A veces son cosas muy banales las que empiezan a ayudar a mirarte. Puede ser la música, luego llegó la comida, que para muchos significó “Mi comida es rica y reconocida”, “La papa nativa que yo cosecho es buenísima”. De repente no nos creíamos que éramos buenos en una u otra cosa, pero hubo ciertos indicadores de que sí. En el fútbol también puede pasar lo mismo. En el deporte, en la música, la gastronomía, ha sido paulatino y ha venido creciendo. Lo de la comida fue algo grande. Por otro lado, cada vez hay más películas en quechua, en aimara, que son muy buenas y todo el mundo empieza a reconocer que la lengua. En cuanto a la película, estamos aquí en Berlinale con parte del equipo de actores. Uno de los personajes es Faustino, José Merma, el padre de Albert en la vida real, y él vino con su traje. Él dijo yo soy del Cusco y voy a ir con mi traje de gala. Él estaba con ojotas —sandalias peruanas—. Yo le dije que estaba haciendo mucho frío y él me respondió “No puedo estar sin ojotas”. “Yo soy del Cusco y voy a hablar en quechua”, agregó él. Los actores que hacen de padres de Feliciano son de Puno, y Nelly, la actriz hace mamá es traductora de castellano a quechua. En la presentación ella tradujo al español, y luego una intérprete lo hacía al alemán.
Hay algo bonito que pasa en la sección Generation Kplus acá en la Berlinale, y es que hay un doable en vivo mientras se ve la película , hay una traductora del idioma original al alemán, debido a que el público es infantil. Aunque se quisiera ver una película sin ninguna intervención, luego entiendes hay un público infantil que necesita entenderlo en su idioma. Hubo el domingo una función traducida en vivo al ucraniano. En nuestros países no pasa esto y deberíamos hacerlo, así se podría escuchar en quechua algunas películas que están hechas en inglés o en español.
Lo del orgullo es algo que no va a parar. Nosotros en el rodaje hemos tenido gente que está detrás de cámara y que es de la zona (para eso hemos contado con la ayuda de una ONG que nos ha ayudado muchísimo en la conexión con las comunidades, Caijo, porque no puedes entrar así nomás a algunos lugares). Hablamos con los presidentes de las comunidades y había uno que tenía un taller de audiovisuales, a partir del cual graban sus fiestas. Entonces, ya hay dos chicos que han participado como en dos películas previas. Ellos ya saben cómo es el rodaje de una película. Algo les pica y ya empiezan a contar sus historias. Ya no es la cuestión de un cusqueño citadino que va a este lugar a grabar… Cuando yo hice mi primera película en el Cusco Los vientos del sur no había mucho técnico cusqueño; pero ahora hay un montón. Y esta película tiene gran parte del equipo cusqueño profesional.
Juan Carlos Lemus: Quizás en esta Berlinale, más que en ediciones anteriores, se ha visto la presencia de otras elegancias, como la que usted comenta de alguien vestido con su traje de gala llegado del Cusco. Comparar esa elegancia con un esmoquin es sencillamente un hecho innecesario. Sin embargo, ¿cómo el orgullo se conserva a pesar de o en contra del exotismo de la mirada blanca? ¿Cómo no nos dejamos explotar tampoco en eso?
Franco García Becerra: Creo que no nos podemos hacer cargo de la mirada de otros. Creo que ahí está el tema. Si nosotros hubiéramos venido con la idea de que van a pensar que es exótico, de qué van a decir, ese no es nuestro problema. No podemos ocuparnos por cómo nos ve el mundo. Debemos preocuparnos por quiénes somos y qué estamos mostrando y como también venimos con respeto y cómo los miramos a ellos.
Juan Carlos Lemus: Toda la razón. Le cambio la pregunta, entonces. ¿Usted sintió esa mirada respetuosa o más bien exótica?
Franco García Becerra: Respetuosa. Bastante; y sobre todo de los niños. El protagonista Albert Merma no paró de firmar autógrafos. En cada presentación, los niños se acercaban y hablaban con él; querían saber de su realidad. Si solo se dedica a criar alpacas, le preguntan si va al colegio. A lo que él responde que sí, que además del colegio también cría alpacas, y se sorprende por la pregunta. “¿Por qué creen que no voy al colegio?” Está bueno que él lo diga. En realidad mucho respeto. Al menos yo no sentí nada. Las otras personas se tienen que hacer cargo. Aquí hemos visto gente de la India con sus trajes, de Nepal, de Senegal, y tú los ves y es extraño, definitivamente. No es cotidiano para nosotros y obvio te quedas mirando un rato.
Juan Carlos Lemus: Nosotros que somos latinoamericanos nos vestimos como gringos…
Franco García Becerra: Reoccidentales. Es algo que me sucede mucho, somos del Ande. Yo soy andino y pueden decirme no; pero sí, pues, te guste o no, lo soy. Hay distintas costumbres. Yo soy de costumbres occidentales… Acá la gente en Berlinale muy calurosa, muy respetuosa en todo sentido. Albert Merma y su papá están muy felices de ver cómo de un momento a otro pasaron de estar en su comunidad, de ir a Cusco y al día siguiente volar a Lima, eso ya es fuerte; y luego volar a Europa. Para mí es fuerte ver que todo funciona aquí, me revienta el cerebro. Y al toque nomás, sin tiempo de procesar. Estar acá en Berlín es eso: es sorprendente ver cómo funcionan las cosas. Seguramente tendrán sus problemas.
Juan Carlos Lemus: Nosotros en Latinoamérica , por cosas que tenemos en la cabeza, perdón por la generalización, buscamos la aprobación del blanco. La película se hubiera podido estrenar en el Bafici o en el Festival de Cartagena, pero sentimos que no es lo mismo cuando te aceptan en Berlín. ¿Cómo ha sido para usted y para su equipo el hecho de estar aquí?
Franco García Becerra: Ha sido emocionante. Viendo desde el trabajo del equipo, un logro. Llegar acá es realmente fascinante. Es algo que no se pensaba. Uno intuye por ahí… ah Berlinale. Sí es cierto, y a modo personal pienso igual sobre este tipo de aprobaciones: Cannes, Berlín siempre son espacios de Europa que te validan. Pero yo siento que se percibe más así por un tema de prestigio. También te colocan en un lugar como negocio y eso es algo que hay que verlo. Gran problema que yo siempre he criticado, no criticado sino comentado, es que a veces festivales importantes te pueden direccionar una temática. Ahí hay una delgada línea. A veces he visto películas de checklist, que cumplen una lista de cosas para ir a un festival. Como cuando haces una película comercial y metes algo que no tiene nada que ver con la historia, pero está ahí para cumplir una función comercial, a veces pasa eso. Ahí está el reto, en no llegar a ser un checklist. Hacer películas con la que tú te identifiques, películas honestas. Películas en las que tú pienses políticamente; si quieres decirlo, tu propuesta. A mí me gusta mucho la metáfora, me gusta mucho lo simbólico, no me gusta mucho lo literal y eso es lo que visualmente he tratado de poner en la película. Crear sensaciones, metáforas. Crear varias líneas narrativas y a ver si eso logra llegar a un punto. No fue un “tenía que hacer eso de esta manera porque en Europa les va a gustar así”. Creo que es un tema que va a venir con más fuerza, esto de la validación de Europa hacia nosotros. Yo comparto ese mismo sentimiento en torno a Europa hacia nosotros; y sin embargo sigue siendo que acá están las ligas mayores. Es como el fútbol. En nuestro país hay una liga interesante, la local. Si el jugador logra fichar en la Bundesliga, en Inglaterra o en España, es otra cosa.
Juan Carlos Lemus: Volvamos a otro tema importante en su película: el fútbol. Es allí donde se nos jode un poco el cuento, porque ¿cómo así que nosotros no vemos nuestros jugadores allá? Nosotros vemos a Messi en Barcelona o en Miami. Algunas veces con la selección Argentina, en Bogotá no jugó nunca en la Copa Libertadores.
Franco García Becerra: Es histórico. Es un tema económico. Hay mucha gente en el fútbol en Latinoamérica que ve al futbolista como la promesa. Promesa para generar un ingreso a la familia. La lucha es bien fuerte por lograr eso que nos han vendido. Esa idea desde siempre y las empresas gigantescas qué contratan por sumas millonarias a jugadores aquí o allá. Y ahora también para acabar la carrera se van para Miami. Es un tema del capitalismo.
Juan Carlos Lemus: ¿Usted creería que eso podría pasar con el cine también? ¿Como los mexicanos que se van a dirigir a Hollywood?
Franco García Becerra: Es que sí. Por ejemplo en nuestro país, en el Perú, no hay industria o la poca industria que hay está amenazada. Nosotros tenemos una ley de fomento al cine, gracias a ella fue que se hizo Raíz. Pero de ahí a que se genere una industria de hacer y hacer películas… Es decir, yo para hacer otra película debo volver a aplicar a este fondo. Arrancar el proceso desde cero. Por ahí hay directores o directoras a las que les hna gustado su estilo y se lo llevan a otros lugares. Van para México a dirigir una serie, van para Miami a dirigir una serie. O sea, hacemos otras cosas. Yo hago otras cosas también, vídeos corporativos, musicales. ¿Sí me entiendes?, y si me dicen “vas a hacer una serie con más cosas, con un nivel A1 en otro país”, ¿qué te queda? Si en nuestros países hubiera una industria, políticas culturales, como la de Colombia, la política de Cine en Colombia es potente a nivel latinoamericano; pero si hubiese esa industria, televisión, series grandes, y donde se mueve todo, de repente estaríamos importando directores y la industria local se vería mucho más beneficiada. De qué depende o cuándo y si alguna vez se realizarán, no lo sé. Nosotros vemos que Colombia produce bastante. Chile, Argentina, Brasil o México. Y claro, hay directores y directoras peruanas qué tratan de vérselas por otros lados. Continuar es complicado.
Sección Generation Kplus
Raíz
Director: Franco García Becerra
Guion: Annemarie Gunkel, Alicia Quispe
Fotografía: Johan Carrasco
Edición: Franco García Becerra, Juan Francisco González
Música: Daniel Castro
Diseño sonoro: Amador Del Solar
Sonido: Amador Del Solar
Dirección de arte: Edilberto Merida
Vestuario: Karina Lines
Maquillaje: Karina Lines
Casting: Amaru Cardenas, Abel Anccalle, Carolina Niño de Guzman, Annemarie Gunkel
Productores: Diego Sarmiento, Jorge Constantino, Annemarie Gunkel, Franco García Becerra
Coproductor: Juan Francisco González
Reparto: Alberth Merma, Nely Huayta, Richard Taipe, José Merma, Rubén Huillca
Peru/Chile, 2024, 83 min