Por Francisco Rojas*
Hace poco más de un año, el 15 de Abril, en la galería 80 Washington Square East, comenzó a exhibirse Up The Illusion, una larga “retrospectiva” para celebrar los 90 años de Ken Jacobs. “Retrospectiva” en comillas, porque la selección, curada por Andrew Lampert, aunque con bastantes obras clásicas y de los primeros periodos de Jacobs, está muy enfocada en las obras realizadas durante el último lustro; aunque esa decisión es difícil de discutir, tratándose de su periodo más prolífico, lo que es decir bastante si hablamos de un realizador que vió su cuota de obras por año incrementarse exponencialmente con el paso al digital como formato de creación, poco antes del comienzo del Siglo XXI. Si tomamos a Orchard Street (1955) como punto de partida de la obra de Jacobs y de esta retrospectiva, estamos lidiando con 58 años de carrera, de los cuales 53 de las 65 películas de la retrospectiva son películas de los últimos 20 años.
Ken Jacobs dijo en una entrevista con R. Emmet Sweeney que antiguamente ser un artista era conocer a alguien y “que ojalá te regalaran un sandwich”. Más aún cuando se sabe que Jacobs comenzó con trabajos pequeños, por ejemplo como limpiador de ventanas; viviendo en una pobreza “miserable”. Y aún en esas condiciones, Jacobs ya era casi tan inagotable como hoy en día. En la misma entrevista, Jacobs menciona un encuentro con el pintor Hans Hoffman, quien además de haber sido uno de los grandes nombres del Expresionismo Abstracto, fue también su profesor de pintura, y es este artista a quien le atribuye su interés en la profundidad y percepción visual: “En 1965 me encontré con Hoffman en un parque cerca de la NYU. Me preguntó cómo estaba y le describí una pobreza miserable. Pero también le dije que estaba trabajando mucho en mi cine, cuando podía costear un rollo de película, lo filmaba. Y dijo: “Ah, cuando eres joven puedes hacer lo que sea.” Bueno, 60 años más tarde, Up The Illusion sirve de testamento para la incombustible imaginación y energía de uno de los realizadores del cine de vanguardia más importantes de la historia.
Al igual que Ernie Gehr (a quien le dedicaremos un texto muy pronto), el cine de Ken Jacobs es a menudo indivisible del streetscape, de las calles como paisaje, donde hay una horizontalidad entre la realidad registrada y la ilusión correspondiente, entre el ojo que se relaciona con su entorno y la obra resultante del acto en cuestión. Por eso no deja de ser apropiada la elección del espacio en el que tomó lugar la retrospectiva, en donde se exhiben las obras en ventanas hacia afuera, hacia la calle, iluminando las calles de New York durante la noche. Las películas vuelven a su lugar de origen.
A pesar de que es un desafío tratar de organizar una muestra comprensiva alrededor de un realizador que cuenta con más de 200 películas, las 65 que componen la retrospectiva abarca la mayor parte de las grandes obras de Jacobs. Sí, faltan Little Stabs at Happiness (1963) y Blonde Cobra (1963) de su primer periodo, aunque bien la ausencia de las obras con Jack Smith pueden deberse a tratar de abarcar obras más mediadas por la misma observación del mismo Jacobs; aunque Ken y la muestra le hacen espacio a Jack Smith en Two Wrenching Departures (2006) y a Jerry Sims en Jerry Takes Backseat then Passes Out of the Picture (1987), una forma de despedir a sus amigos y hacerlos parte no sólo de su vida natural, sino de su extensión inmortal, haciéndolos parte de su filmografía. En esta identificación de ausencias, Perfect Film (1986) es otra de las obras más importantes de Jacobs que no está presente, película en donde ordena, casi a modo de detective, el material en bruto no utilizado de un noticiario en terreno cubriendo el asesinato a Malcolm X. Para Jacobs esa película servía para darle al espectador el poder de “explorar el territorio por sí mismo”. Sin la intervención de un montaje que decida lo que hay que ver y lo que no. Esa libertad y agencia que entrega a quien ve la obra era una herramienta no sólo visual, sino que política. Esas energías están presentes a lo largo de las 65 películas de la retrospectiva.
Chronometer (2006) y Celestial Subway Lines Salvaging Noise (2005) (por ejemplo) son obras mayores de su periodo entre los 90s y 2000, que vienen siendo resultados de sus Nervous Magic Lantern Performances, trabajos de cine expandido realizados por Ken y su esposa Flo Jacobs. Hay un buen puñado de otras obras presentes aquí que también nacieron de esas actividades. Las otras grandes ausentes son sus trabajos en 3D, que logísticamente no se pueden exhibir “públicamente”; aunque hay que añadir, que la gran fuerza de su técnica predominante en su periodo tardío, el Eternalismo (técnica patentada por Jacobs y que a su vez también fue fruto de las Magic Lantern Performances realizadas con Flo), es una forma simple y genial de entregar un cine en tercera dimensión sin necesidad de aparatos, incluso sin la necesidad de contar con dos ojos que funcionen; y quizás su obra más titánica, Star Spangled to Death (2004), una crónica elíptica de 6 horas y media sobre el fin de los Estados Unidos, una épica del found footage que rescata momentos con Jerry Sims y Jack Smith en un largo desfile de películas gubernamentales e institucionales, con Jacobs interviniendo vía texto e incluso proponiendo pausas. Quizás la duración es prohibitiva, pero al mismo tiempo, Ken Jacobs tiene (junto a otras casi 300 piezas) la obra completamente liberada en su cuenta de vimeo.
Y respecto a las películas que sí fueron parte de la muestra, fiel a su estilo – más allá de que Up the Illusion se extendió por poco más de siete meses, dándole un espacio temporal de visibilidad bastante generoso – la misma página de la galería (80wse.org) “exhibió” la totalidad de la muestra de manera online, incluyendo los dibujos de Jacobs (por primera vez presentados al público), aunque, para ser francos, quizás se extendió por un par de meses más de los anunciado.
En la etapa de los años 60 están varias de las obras más famosas de Ken y quizás algunas de sus más definitivas. The Winter Footage (1964) lo encuentra en un modo cercano a la película diario, registrando la luz entrando por su ventana, jugando con retratos de amigos, haciéndolos caminar, o ellos haciéndolo seguirlos sobre el pavimento, buscando direcciones, ángulos, una forma en que la cámara rompa la bidimensionalidad. Y es que en 1964 Ken Jacobs ya estaba buscando otras formas de percepción. Materiales de esa misma época componen The Sky Socialist (1968), quizás su primera obra maestra – aunque pasó por muchas versiones y revisiones por casi 50 años – aquí los juegos plásticos siguen una narrativa libre en donde el Holocausto solo fue un mal sueño, se mezcla con la ciudad de New York en estado de reconstrucción, destruyendo los barrios más pobres, iniciando ya los Estados Unidos Gentrificados que conocemos ahora. En cierta forma, The Sky Socialist invoca en tiempo real la tésis que Jacobs exhibe en Star Spangled to Death. Estamos viendo el mundo destruirse a sí mismo, el momento exacto en que las fundaciones y cimientos están comenzando a desplomarse.
Tom Tom The Piper’s Son (1969-1971) fue por muchos años la obra más famosa de Jacobs, y se trata de una película que sienta las bases para muchas de sus obras posteriores. Una pequeña película de Billy Bitzer sirve como punto de partida y prácticamente actúa como arenero de juegos para que Jacobs se detenga en pequeños detalles, juegue con el tiempo, la velocidad, a veces haciendo la película a un lado y registrando su ventana brevemente sólo para volver otra vez al lienzo. Podría bien tratarse de un estudio minucioso de cada movimiento dentro de la obra original de Billy Bitzer, hecha en 1905, como si estuviese desenterrando un hueso, como si esto fuese un estudio arqueológico; pero es, al mismo tiempo, un reflejo de las cosas que entusiasman a Jacobs: el movimiento y dejar que este se manifieste; el espacio y dejar que este cambie como si moviese y reconfigurara el mundo con el delicado movimiento de una varita mágica. Así es el cine. Después de casi dos horas, antes de que Ken pueda reclamar la obra de Bitzer por completo, reproduce la obra original íntegra una vez más, al igual que al inicio. Sólo entonces nos damos cuenta lo diferente que era el mundo antes de cambiarlo, sólo entonces nos percatamos que con todos los cambios de por medio, seguimos reconociendo el mundo como el mismo.
Un retorno a los diarios son las otras películas del programa previo a los 90: Nissan Ariana Window (1969) y Binghamton my India (1970) ven a Ken intermitente entre planos cuidadosamente compuestos, la cámara fija, retratos más pictóricos dotados de quietud; quizás a momento éstas sean las obras de Jacobs con iluminación más barroca, las obras más dirigidas hacia cierta tradición de pintura de paisajes; pero sólo basta ver las calles mojadas fuera de su ventana para que Jacobs tome la cámara y no se preocupe por una unidad estilística, saliendo a jugar de nuevo, dejando al movimiento ser protagonista.
Los años 90 están representados por sólo dos películas, pero entre ellas quizás esté la más importante de todas, Flo Rounds a Corner (1999), al punto que, en su versión online, la retrospectiva utiliza a esta obra como acto de cierre. Si ordenamos las películas cronológicamente, la obra se manifiesta en la retrospectiva como un cruce del umbral, en donde pasamos del celuloide al digital. Se trata de una breve película en donde Flo camina mientras Ken la filma al ir detrás de ella. A lo largo de los seis minutos de película, Ken juega con cortes, repitiendo frames, cambiando la percepción espacial, Flo como único punto de referencia, el paisaje desarmándose y los edificios y las calles moviéndose como si fuesen piezas de un rompecabezas que está a punto de tomar vida propia. Ese juego de movimiento y tiempo se convertiría en la disciplina que Ken Jacobs seguiría por los siguientes 25 años y contando, lo que ahora llamamos Eternalismo.
Thom Andersen decía que con el paso al digital, los realizadores experimentales se permitieron ser más prolíficos pero que las obras fueron empeorando. Jacobs sin embargo tuvo más de alguna obra maestra. Aunque también esta percepción puede ser síntoma de un problema de la cinefilia, al darle siempre valor a las obras más largas como en el caso de Star Spangled to Death y al mismo tiempo restarle valor a las obras realizadas en formatos ajenos al fílmico; en ambos casos propiciando que a las mismas se las trate más como una curiosidad que a una experiencia por descubrir. Muchas de las mejores obras de Jacobs son breves, y parecieran reflejar los constantes ataques de inspiración, los momentos que se graban en nuestra conciencia. Con el digital Jacobs se volvió un realizador de diarios, no en el sentido convencional, pero siempre encuentra algo en el ordinario que puede servir de catalizador para su imaginación y para la nuestra.
Dentro de los 2000, Jacobs entrega varias de sus obras más populares, su literal juego de pinturas/fotografías en movimiento con la serie Capitalism (2006) y The Surging sea of humanity (2006). La serie Capitalism existe de forma en que un registro histórico parezca vivo, que se haga presente, la manifestación de la historia como cosas que realmente pasaron aunque no las hayamos visto. Mientras que The Surging sea of humanity sumerge al espectador en una muchedumbre que parece mirarnos a los ojos, la fotografía convirtiéndose en un espacio habitable por la vista. Nuevamente Ken deja la fotografía original luego de ver toda la manipulación espacial y temporal, cerrando la obra una vez más con el objeto original. Siempre sentí que era como si un mago explicara el truco de magia, pero lo digo de forma positiva; no arruina el truco saber como se hizo, su belleza está en la sencillez, su humildad está en dejarnos ver detrás de la cortina.
A finales de la década, Jacobs ya estaba mirando hacia atrás, películas como Hot dogs at the Met (2009) o The day was a scorcher (2009) utilizan películas y fotografías caseras para nuevamente abrir una puerta hacia su vida personal y su familia. Sin las ruminaciones poéticas de Mekas, Jacobs alcanza la misma emoción, de atesorar los recuerdos porque el pasado se esfuma antes de que podamos siquiera considerarlo
Quizás Jacobs no tenga la reputación de artista abstracto de la que gozan algunos de sus contemporáneos, pero aquí hay un puñado de obras que representan mejor sus cualidades más libres, muchas de ellas registrando el mar en diferentes formas, entre ellas The Green Wave (2011), Turbulent Waters (2011), una versión más extendida de las imágenes que componen Bi-Temporal Vision: The Sea, con material de Phil Solomon) y The Scenic Route (2008), la cual, con un principio similar a The surging sea of humanity, logra que los detalles de una fotografía antigua en una playa deriven en un vórtice de texturas líquidas que para cualquier otro cineasta serían imposibles de registrar o transmitir; también está Gravity is tops (2009), la cual de forma muy simple, duplica imágenes de oleaje, dejando ver el mismo dispositivo del Eternalismo. Si el Eternalismo consiste en crear profundidad propia de una imagen en 3D sin los anteojos, aquí Jacobs evidencia la forma en que esa artesanía crea la ilusión y el resultado sigue siendo tan estimulante como cuando no conocíamos la forma.
Puede que Star spangled to death no esté presente, pero aún así hay muchos vistazos al Jacobs más furioso. Another occupation (2011) y Seeking the monkey king (2011) sirven de películas hermanas y tienen como eje central el poder militar y los intereses de los más acomodados en los Estados Unidos. Jacobs vivió para presenciar a su país participando en muchas guerras, utilizando cualquier conflicto extranjero u económico como excusa para invadir otros territorios, para sacar provecho del problema de otros. Lo que hace a estas obras especialmente importantes es la sinceridad con la que Jacobs lanza enérgicos latigazos a una nación que lo ha decepcionado por casi toda su vida. Uno de los momentos clave de Seeking the monkey king es cuando aparece un texto diciendo: “América es una ficción. Una obra de arte, o al menos un acto de ingenio. Es una caja gigante y vacía de esponjas para lavar los platos cambiada ida y vuelta por millones de dólares gracias a Nuestro Príncipe de Falsedades”. En ésta frase no sólo Jacobs nos enseña sus convicciones políticas, sino que también artísticas, referenciando a la obra Brillo Box de Andy Warhol; Jacobs nunca ha hecho un secreto su disgusto hacia el Pop Art: “No puedo imaginar una obra de Pop Art que no sea tonta, que no sea basura vacía…”.
Desde ahí en adelante vemos más intervenciones vía intertítulos en algunas películas de Jacobs, a veces son recuerdos, contextualizaciones, escenas de otras películas (como en Failure, 2019), a veces sólo pensamientos, como si fuesen partes de su proceso mental al momento de capturar ciertas imágenes, incluso aunque parezcan no tener relación entre sí. Naturalmente, el mismo Ken Jacobs es el elemento unificador. Puede refugiarse en la belleza del mar en THE MOMENTS: Evening Boat Ride (2018) pero nunca deja de ser una persona que piensa, y protesta políticamente y Jacobs sólo usa las palabras cuando las imágenes parecen quedarse cortas con las otras cosas que quiere decir. La mente no se apaga nunca. Ni tampoco está interesado en hacerlo.
De las 32 obras que ilustran los últimos cinco años de la artesanía de Jacobs la mejor es sin duda Nervous Magic Lantern: 3D for One or Two Naked Eyes de 2019, la cual un año después sería relanzada y retrabajada como Movie That Invites Pausing. Al igual que otras de los que son puntos altos de la retrospectiva como Chaos is Order Misunderstood (2019) y A small misunderstanding, dos películas que destacan partículas que apenas se dejan ver, como si nos regalaran una visión microscópica por 60 o 7 minutos respectivamente. Estas obras nacen de las performances/exhibiciones de Ken y Flo llamadas Nervous Magic Lantern. En el caso específico de 3D for One or Two Naked Eyes, estamos ante un juego de patrones y texturas, de movimientos líquidos y patrones que hacen el mero acto de tratar de poner la película en palabras en un insulto. Cuando fue lanzada como Movie That Invites Pausing (2020), Jacobs tenía una no despreciable presencia en redes sociales, compartiendo Eternalismos de uno a la vez, aunque el hecho de que aparecieron en un feed de twitter podía propiciar que más de alguno considerara a estas imágenes como nada más que curiosidades, en especial tomando en cuenta la aversión al digital dentro del cine experimental. El correctivo lo dió el año 2020. Con la pandemia y la necesidad de volver las exhibiciones digitales para que estas pudieran tomar lugar, Screenlate presentó dos obras de Jacobs en formato remoto, dos obras silenciosas y que pedían mucha atención: Things to Come (2020) y Moving that Invites Pausing (2020). Con el mundo detenido, viene Ken Jacobs a ofrecernos pausar. El cambio entre 3D for One or Two Naked Eyes y Movie that Invites Pausing es evidentemente un trabajo cuadro a cuadro que propicia que la imagen sea pausada, que detenida también entrega profundidad visual, que se propone ser intervenida en tiempo real. Ken ha dicho más de una vez que QUIERE que la película sea pausada, porque fue hecha para ello. Sea esta versión o (como en la retrospectiva) la que está hecha para ser vista sin interrupciones de ningún tipo, estamos hablando de la obra de imagen en movimiento más importante de la década.
Movie that Invites Pausing estaba dedicada a Hans Hoffman, y pareciera que Jacobs, además de continuar mirando hacia atrás, regresó finalmente a la pintura. Películas como Dr. Jekyll and Mr. Hyde (2023), Abstract Eternalism (2021) y Real Action Figures (2002) son películas enfocadas en tomar una imagen pintada y en hacerla cambiar, pintando con el pincel del cine sobre la imagen quieta. Real Action Figures quizás sea la más radical de éstas obras, con cambios tan sutiles que son casi imperceptibles, los ojos recalibrándose de tal forma que vemos profundidad en trazos sobre “papel”, trazos negros sobre fondo blanco y viceversa. Otra de las películas incluidas se llama Hoffman Student (2021), y quizás el título se explica solo. Con algo de suerte, uno puede convertirse en maestro, pero nunca deja de ser un estudiante. Aquí Jacobs rinde tributo nuevamente a una figura importante en su formación artística.
Book of Eternalisms (2022-2023) es la película que mejor engloba la obra de Jacobs éstos últimos años. Si Jacobs, hasta hace poco, estaba muy presente en redes sociales compartiendo sus Eternalismos, ésta película sirve de almanaque para algunas de esas pulsiones. Algunas imágenes se van repitiendo de película en película entre la serie Tourists of the Familiar (2023), Other Urban Lives (2023), Writhing City (2023), etc (punto aparte para Up the Illusion, que no sólo lleva el nombre de la exhibición completa, sino que está compuesta de Eternalismos hechos con imágenes de la implementación y montaje de la exhibición misma); pero Book of Eternalisms quizás sea la forma definitiva de ver estas piezas. Aquí se mezclan imágenes de su familia con la arquitectura de la ciudad, imágenes en planos más abiertos dejando ver graffitis y la arquitectura que sobrevive el paso del tiempo, pero también reflejos en ventanas, frames detenidos de imágenes en movimiento, dibujando líneas de luz y color con automóviles, árboles, etc, que bien pueden ser de las mejores imágenes que Jacobs ha creado en sus casi 60 años haciendo cine. Hay imágenes que responden con suma belleza al juego de imágen en negativo y otras que parecen estar sobrecargadas de estímulos, pero siempre hay un elemento en el que Jacobs detiene el movimiento y fija la mirada, a veces las imágenes están hechas sólo para ver los colores cambiar. Una película inocente y llena de vida.
Y está When Timofeev moves everything moves (2022), “estelarizada” por su colaborador Viktor Timofeev, moviéndose y jugando con su skate por la ciudad, el mundo cambiando cada vez que despega o vuelve a la tierra, la cámara a veces fijando la mirada en las líneas de canchas de basketball, el terreno sobre el que los rodamientos han de pasar o con Viktor flotando detenido en el aire. Como si fuese una película de Muybridge aquí el skate actúa como varita mágica o pincel, cambiando el mundo, reformando la realidad.
When Timofeev moves everything moves termina como muchas otras películas de Jacobs, con una imagen que puede bien haber servido como la fuente de inspiración de lo que acabamos de ver. Jacobs al dejar las imágenes u obras gatillantes íntegras, no sólo revela el truco de magia, sino que también le rinde tributo al trozo de mármol del que sale la escultura. A diferencia de otros como Bill Morrison, Jacobs no se apodera de las piezas, simplemente encuentra otra forma de expresarlas, pero siempre dejándonos claro de dónde venía la pieza original. Clara señal de un artista que está entusiasmado por la forma, aunque él no sea parte de ella; con un dibujo de Timofeev, la ciudad como un montòn de rampas, como potenciales recorridos del skateboard. Una fachada de un edificio abriendo un montón de posibilidades, la ciudad las multiplica al infinito. Y así es como Jacobs ve la ciudad también.
La muestra Up the Illusion sirve a modo de una historia de vida para Ken Jacobs contada en sus películas y su estrecha relación con la ciudad en la que lleva viviendo desde el primer día que encendió su cámara. La ciudad ha cambiado y él también, y eso nunca le quitó las ganas de crear. Los ojos siempre buscando el siguiente estímulo.
Quizás lo más inquietante de la muestra Up the Illusion es esa sensación de que Ken Jacobs está cerrando la cortina, de que aquí pone el punto final a una de las obras más ricas, sinceras y radicales de la imagen en movimiento. Hay que considerar que tanto él como su esposa han envejecido, el tiempo no pasa en vano, y en su declaración para presentar la muestra, Jacobs deja en claro que la patente de los Eternalismos ha expirado; ahora está “disponible para quien la tome”, hasta los inventos y las obras tienen un ciclo de vida natural, aunque sea en términos comerciales. Pero si estas obras sirven de testamento, es que la curiosidad sigue ahí, y que al menos las ansias de crear no tienen esa fecha de expiración. La muestra fue acompañada de una función de XCXHXEXRXRXIXEXSX (1980) en Light Industry, un largometraje en donde Jacobs utiliza una antigua película pornográfica para jugar con la profundidad, el paisaje, los árboles y, el movimiento de (naturalmente) de los cuerpos de los personajes de la película. La función estuvo a capacidad completa, pero hubo un individuo que hizo ver su descontento (o eso contaron) por la totalidad de la duración de la película, con gritos y gestos. Jacobs dió a entender en el conversatorio, que la recepción no fue muy diferente de la que tuvo cuando la exhibió por primera vez, hace más de 40 años. Y no hay mejor indicación que esa para decir que el tiempo no ha pasado por las películas, o incluso, estas se están volviendo más jóvenes. Con cada año de experiencia, Jacobs parece reforzar su libertad y hacer películas cada vez más simples, cada vez menos interesadas en congratular al espectador o en adornar su reputación, sino en la pura experiencia visual que la imagen en movimiento, que la imagen/duración hace posible. Sería triste, pero justo, si Jacobs decide no hacer más películas, porque después de ver todas las películas de Up The Illusion, la sensación es de que tiene lo suficiente para hacer películas por otros 60 años más. De todas formas, la decisión es suya y solo suya. Cuando uno es joven puede hacer lo que sea.